Corredores sustentables: Apoyando la descarbonización, y construyendo resiliencia climática en Chile

A medida que los países de todo el mundo invierten en energías renovables, también deben asegurarse de que las inversiones en líneas de transmisión sean lo más sustentables que se pueda. El proyecto LIFE-Elia, al igual que varios otros ejemplos de gestión integral de la vegetación, demuestra que sí hay una mejor manera de hacerlo. A través de la implementación de proyectos piloto como LIFE-Elia, Chile y Latinoamérica pueden desarrollar la capacidad para implementar el manejo integral de la vegetación a gran escala, y liderar el camino hacia una nueva era de inversión sostenible.
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Ministerio de Energía de Chile, Planificación Energética de Largo Plazo (PELP)

Chile es uno de los pocos países del mundo con un plan para eliminar las centrales de carbón al año 2040, y lograr la carbono neutralidad al año 2050. Una piedra angular de este plan es el desarrollo significativo de centrales de energías renovables no convencionales. El problema es que esto genera una paradoja ambiental: la inclusión de más energías renovables no convencionales requerirá más líneas de transmisión para transportar esa energía a los centros de consumo, y las líneas de transmisión han sido históricamente controversiales por sus impactos en la flora, fauna y en las personas. Sabemos que la generación de energía renovable es fundamental para combatir el cambio climático. Entonces, mientras que la generación de energía se vuelve más verde desde una perspectiva climática, ¿cómo podemos mitigar las huellas ambientales y sociales de las líneas de transmisión?

Una respuesta a esta pregunta es una práctica conocida como “manejo integrado de la vegetación” (IVM por su sigla en inglés), una estrategia diseñada para minimizar la vegetación de alto crecimiento debajo y alrededor de las líneas de transmisión, a través de la selección de plantas de bajo crecimiento en esos corredores. En colaboración con científicos, expertos locales y comunidades, esta vegetación también puede seleccionarse para lograr otros objetivos, como, por ejemplo, fomentar la presencia de especies endémicas, atraer polinizadores o incentivar especies resistentes al fuego. Un componente fundamental del proceso de diseño es la consulta a las comunidades locales sobre la ubicación de la línea, además de lo que crecerá debajo de ella.

Esta solución es particularmente relevante para Chile. El Sistema Eléctrico Nacional de este largo y estrecho país ya tiene más de 35.000 kilómetros de líneas de transmisión, cubriendo alrededor de 88.000 hectáreas de territorio. En los próximos años, se verá un aumento sin precedentes en la construcción de líneas de transmisión, cruzando una variedad de municipalidades y ecosistemas, ya que prácticamente toda la nueva generación al año 2046 provendrá de energías renovables, y esa electricidad tendrá que ser transportada a la demanda.

El desarrollo de transmisión en Chile históricamente ha sido muy controversial, y ha enfrentado una fuerte oposición debido a sus impactos ambientales y sociales. La historia reciente de incendios en Chile—debido a la escasez hídrica y altas temperaturas causadas por el cambio climático—agrega una  complicación adicional a la infraestructura de transmisión eléctrica. Los incendios de origen eléctrico no solo han crecido del 0,5 por ciento del total de incendios en el año 2002, a cerca del 4 por ciento en el 2016, sino que el nivel de destrucción que dejan estos incendios también ha aumentado. En los mega incendios de 2017—los peores en la historia de Chile—94.000 hectáreas se quemaron por incendios de origen eléctrico, o sea, aproximadamente un 20 por ciento del área afectada total. Como resultado, un fiscal acusó a los gerentes de una empresa eléctrica por el rol que sus líneas de transmisión potencialmente tuvieron en la generación de cinco de los incendios.

Estos impactos han causado una intensa oposición de parte de las comunidades. El ejemplo más reciente de un conflicto social con un proyecto de transmisión ocurrió en el 2018, cuando la construcción de la línea Cardones-Polpaico—la conexión final para conectar los dos grandes sistemas eléctricos que existían en esa fecha en un sistema nacional—causó protestas de parte de diferentes grupos ciudadanos.

Afortunadamente, la implementación de la práctica de Manejo Integrado de Vegetación, junto con un proceso participativo de diseño e implementación, podría contribuir en gran medida a mitigar los impactos de las líneas de transmisión, incorporando las preocupaciones y deseos de las comunidades cercanas y reduciendo la vulnerabilidad a los incendios forestales causados por líneas de transmisión. Además, podría ser más económico que mantener las prácticas tradicionales de vegetación bajo sus líneas.

Un ejemplo exitoso de estos principios en la práctica es el proyecto llamado LIFE-Elia. Dirigido por un equipo de siete personas desde el año 2011 al 2017, con un presupuesto total de 3 millones de euros, el proyecto LIFE-Elia transformó 221 kilómetros de corredores de líneas de transmisión en espacios verdes restaurados y funcionales. El proyecto fue apoyado por dos compañías de transmisión, Elia (belga) y RTE (francesa), así como por el gobierno local de una región en Bélgica y la Unión Europea. Los implementadores usaron cuatro diferentes tipos de “intervenciones” para restaurar el medio ambiente y beneficiar a las comunidades cercanas.

  1. “Bordes estructurados,” esta intervención consistió en la plantación y restauración de los bordes de bosques con especies endémicas y de bajo crecimiento, y en la plantación de huertos.
  2. “Gestión en tierra abierta,” consistió en el mejoramiento de pastos y prados para el pastoreo de animales y la proliferación flores silvestres.
  3. “Hábitats naturales,” supuso la restauración de turberas, páramos, prados, etc., y
  4. “Lagunas y especies invasivas,” implicó cavar lagunas y eliminar especies invasivas.
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LIFE-Elia

 

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LIFE-Elia

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LIFE-Elia

Es importante destacar que los implementadores del proyecto LIFE-Elia consultaron con una amplia gama de expertos y comunidades locales para obtener la mayor información posible y mejorar su probabilidad de éxito. Los resultados de esas cuatro intervenciones fueron muy positivas en una variedad de aspectos:

  1. Las líneas de transmisión son más seguras desde la perspectiva eléctrica.
  2. Los beneficios ambientales y de biodiversidad, incluyen la aparición de especies que se creían extintas en esas áreas.
  3. Beneficios estéticos para las comunidades cercanas.
  4. Beneficios económicos para las comunidades locales, quienes tienen más territorio para huertos, pastoreo, etc.
  5. Facilitación del proceso de entrega de permisos por la autoridad.
  6. Como ya se mencionó arriba, esta práctica resultó más económica que las prácticas tradicionales de manejo de la vegetación.

Si se puede aprender algo de la situación actual, es que necesitamos hacer las cosas mejor, de una manera más sostenible. A medida que los países de todo el mundo invierten en energías renovables, también deben asegurarse de que las inversiones en líneas de transmisión sean lo más sustentables que se pueda. El proyecto LIFE-Elia, al igual que varios otros ejemplos de gestión integral de la vegetación, demuestra que sí hay una mejor manera de hacerlo. A través de la implementación de proyectos piloto como LIFE-Elia, Chile y Latinoamérica pueden desarrollar la capacidad para implementar el manejo integral de la vegetación a gran escala, y liderar el camino hacia una nueva era de inversión sostenible.

 

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