Mujeres indígenas: defensoras del medio ambiente

UN Photo/Eskinder Debebe

Contribución invitada por las coautoras Meredith Brown y Carley Reynolds, aprendices en prácticas del Proyecto América Latina de NRDC

 

Este Día Internacional de los Pueblos Indígenas celebramos los triunfos de los pueblos originarios de América Latina en su afán por proteger sus tierras y comunidades. Particularmente, hacemos hincapié en dar reconocimiento al liderazgo de las mujeres indígenas que han encabezado muchos de los movimientos que han alcanzado logros, además de celebrar las comunidades indígenas que han defendido sus tierras en contra del desarrollo de megaproyectos.

Este año, dicha conmemoración coincide con la celebración del décimo aniversario de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, la cual reconoce los derechos y libertades fundamentales de los pueblos indígenas. Durante los pasados 10 años se ha logrado reconocer e incluir dichos derechos en varios tratados claves, tales como los Objetivos para el Desarrollo Sostenible del 2030, la Agenda de Acción de Addis Abeba y el Acuerdo de París. Pero independientemente del progreso logrado, todavía existe resistencia contra la cual los pueblos indígenas tienen que luchar para proteger sus derechos, sus tierras y sus culturas. Les toca trabajar arduamente para salvaguardar sus recursos naturales y actuar en defensa del medio ambiente—muy a menudo poniendo sus vidas en riesgo.

Las amenazas que enfrentan dichas comunidades son complejas y diversas, desde el cambio climático hasta los intereses corporativos. Ante dichas amenazas, a menudo son las mujeres indígenas las que se han levantado unánimemente para alzar la voz a favor de soluciones sustentables tanto a nivel local como a nivel global, y para defender las tierras en contra proyectos destructivos. En esta primera parte de nuestro blog en conmemoración del Día de los Pueblos Indígenas, echamos un vistazo al liderazgo de estas mujeres, la importancia del trabajo que llevan a cabo tanto en el escenario y discurso internacional como en el local, y celebramos la fuerza y vigor de estas voces y todos sus logros. En la segunda parte, examinaremos la lucha que las comunidades indígenas aún tienen que emprender en contra de los intereses corporativos.                  

La mujer como figura líder en los esfuerzos de sustentabilidad de las comunidades indígenas

Con las comunidades indígenas en amenaza actual por los efectos del cambio climático, las mujeres están tomado acción. En el caso de Honduras, tras un huracán devastador, 35 mujeres locales lideraron un proyecto de restauración para proteger a la comunidad de futuros eventos climáticos extremos. Luego de varios intentos fallidos por parte de organizaciones foráneas que pretendían restaurar las playas con flora no-autóctona, la federación garífuna OFRANEH ayudó a un grupo de mujeres a establecer un vivero que produjo 3,600 plantas autóctonas, incluyendo arbustos y árboles. La vegetación prosperó, y ahora sirve como protección natural contra las inclemencias climáticas y la erosión.

Las mujeres indígenas también están cruzando fronteras para poder ser entes de cambio dentro de sus comunidades. Cuatro mujeres becarias del pueblo rural de Punta Burica en Costa Rica viajaron recientemente a la India para participar en el Programa de Iluminación Solar de Barefoot College (la “Universidad de los pies descalzos”). El curso, que toma seis meses en ser completado, instruye a mujeres en el campo de la tecnología solar y cómo construir aparatos que produzcan energía solar. A su regreso a Punta Burica, las mujeres se han dedicado a la construcción de paneles solares para techos.     

Las mujeres indígenas hacen oír su voz en el diálogo global sobre asuntos ambientales

Las mujeres indígenas de América Latina también alzan la voz para instar a la comunidad internacional a tomar medidas con respecto al cambio climático. Las Chaski Warmi del Abyayala (“Mensajeras del Abya Yala”, en quechua) son un grupo de mujeres indígenas que trascienden comunidades y nacionalidades. El grupo viajó a Marrakech en el 2016 para las negociaciones en la Cumbre sobre el Cambio Climático e hizo un llamado para la creación de un modelo de desarrollo centrado en los derechos indígenas y la justicia ambiental que rechace las prácticas actuales de explotación insustentable de recursos, denominadas por el grupo con el término “extractivismo”. “Por supuesto que estamos a favor del desarrollo”, afirmó Blanca Chancosa, vicepresidenta de Ecuarunari, un movimiento indígena líder en Ecuador. “Lo que no queremos es el tipo de desarrollo que abusa de los bosques, el aire, las aguas y la tierra”.

Más recientemente, en conmemoración del décimo aniversario de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de la ONU invitó a las mujeres indígenas de alrededor del mundo a participar en un diálogo interactivo. En medio de discusiones sobre la violencia de género, la educación y las oportunidades económicas para la mujer, muchas de las oradoras hicieron un llamado a que se consultara e involucrara en mayor medida a la mujer indígena en asuntos ambientales, particularmente asuntos referentes al cambio climático. El diálogo hizo hincapié específicamente en las capacidades y habilidades de la mujer indígena para aportar soluciones en el campo del cambio climático.    

Ante amenazas de muerte y agresiones, las mujeres indígenas hacen frente a corporaciones multinacionales.

El cambio climático no es la única amenaza que enfrentan las comunidades indígenas. En el año 2016, 200 activistas ambientales fueron asesinados o heridos de muerte; una cifra devastadora que rebasa las 185 muertes del 2015. De dichos asesinatos, casi el 40% fueron víctimas indígenas y el 60% ocurrieron en América Latina. En la segunda parte de esta serie se reseñarán los logros de comunidades indígenas, cuya valentía les ha llevado a luchar contra los intereses de corporaciones sumamente poderosas en medio de tal violencia. No obstante, es el liderazgo constante de las mujeres lo que amerita especial atención en el presente artículo.

Un ejemplo primo de dicho liderazgo lo es Berta Cáceres, activista hondureña a quien mataron de un tiro en el año 2016, después de años y años de amenazas de muerte vinculadas a su oposición a una represa que pondría en riesgo tierra sagrada para los lencas. Tras su muerte, dos bancos europeos retiraron su respaldo al proyecto. Y desde entonces, su hija Berta Zúniga, ha continuado el legado de justicia ambiental de su madre, enfrentando con valentía y activismo las continuas amenazas. El pasado mes, Zúniga y otros miembros de la organización de su madre fueron atacados por individuos armados con machetes, quienes los empujaron del camino y casi logran tirarlos a todos por un risco.

Otro ejemplo lo es la peruana Máxima Acuña, quien logró detener el desarrollo del polémico proyecto minero Conga. Luego de rehusarse a vender sus tierras a Newmont en el 2011, Acuña y su familia se vieron demandados, amenazados de muerte y agredidos en múltiples ocasiones. Acuña y su hija han sido apaleadas hasta perder el conocimiento en dos ocasiones y su casa fue derrumbada. El pasado mayo, salió absuelta por el Tribunal Supremo del Perú en cargos por traspaso radicados por Newmont. “Nunca tuve la oportunidad de ir a la escuela; nunca tuve la oportunidad de aprender ni una sola letra, pero sí sé cómo resistir, cómo luchar, y por eso es que las compañías mineras nunca van a poder derrotarme”, declaró Acuña.

Para más historias sobre las comunidades indígenas y la defensa de sus tierras contra megaproyectos, ver la segunda parte de esta serie.         


Meredith Brown es estudiante de maestría en la Universidad de Yale donde cursa gestión ambiental en Escuela de Estudios Forestales y Ambientales. Tiene una Licenciatura doble en ciencia política y estudios ambientales de la Universidad de Santa Clara en California. Después de graduarse, Meredith vivió en Santiago, Chile por cinco años trabajando en las oficinas de Oceana y The Nature Conservancy, donde se dedicó a una amplia gama de proyectos de filantropía y conservación en toda América del Sur. Sus estudios actuales utilizan el lente de justicia ambiental para enfocarse tanto en los recursos hídricos como en la conservación marina. 

Carley Reynolds cursa estudios de maestría en la Escuela Nicholas para Estudios Ambientales de la Universidad de Duke, aspirando a una Maestría en Manejo Ambiental con concentración en Finanzas y Políticas Ambientales. Actualmente trabaja como asistente de investigación enfocándose en la destrucción ambiental de infraestructura en el Medio Oriente. Obtuvo su Licenciatura en Ciencias Ambientales de la Universidad de Florida, con una subconcentración en Desarrollo Internacional y Ayuda Humanitaria. Su trabajo acerca del secuestro de carbono por bosques urbanos fue publicado en la revista Sustainability