10 cosas que siempre quiso saber sobre los neonicotinoides

Las abejas y otros polinizadores siguen muriendo en enormes cantidades en todo el mundo. Un estudio tras otro indica que existe un vínculo entre dichas muertes y los neonicotinoides.
Una abeja

Las abejas y otros polinizadores siguen muriendo en enormes cantidades en todo el mundo. Un estudio tras otro indica que existe un vínculo entre dichas muertes y los neonicotinoides. Dada la acumulación de constataciones científicas y las medidas cruciales tomadas por otros países dirigidas a salvar a los polinizadores, presentamos a continuación una breve reseña de todas las cuestiones relativas a los neonicotinoides.

¿Qué son los neonicotinoides?

Los neonicotinoides son insecticidas neurotóxicos, es decir, plaguicidas diseñados para matar al insecto al atacar sus células nerviosas. Los neonicotinoides se acoplan a las células nerviosas en forma permanente, sobreestimulándolas y destruyéndolas. En general los insectos contaminados con este tipo de insecticidas sufren temblores o espasmos incontrolables y parálisis, tras lo cual mueren. 

Los neonicotinoides son “sistémicos”, lo que implica que se disuelven en el agua y son absorbidos por las plantas, por lo que ellas mismas—así como su néctar, polen y frutos—devienen tóxicas. Los neonicotinoides suelen aplicarse por empapado de la raíz o como un recubrimiento de la semilla; la planta luego va absorbiéndolos al crecer. En general estos insecticidas se aplican a niveles tan altos que hacen que la planta siga siendo tóxica para los insectos incluso años después del tratamiento inicial. 

¿En dónde se utilizan los neonicotinoides?

En todos lados. Los neonicotinoides son los insecticidas más ampliamente utilizados en Estados Unidos y se encuentran en vaporizadores repelentes de insectos para jardines y céspedes, sustancias para el tratamiento de pulgas y garrapatas en mascotas y animales domésticos, así como en alimentos producidos en granjas a lo ancho y largo del país. Como se indica en el mapa* el neonicotinoide imidacloprid se utiliza prácticamente en todos los sitios en donde se producen cultivos. Se trata solamente de la punta del iceberg: el mapa no incluye los usos no agrícolas (por ejemplo, en campos de golf, céspedes y jardines) ni los otros cuatro químicos neonicotinoides que se utilizan ampliamente en Estados Unidos.

¿Los neonicotinoides dañan a las abejas?

Totalmente. Los neonicotinoides se diseñaron como insecticidas, y las abejas son insectos. Un gran número de trabajos de investigación, que cada vez es mayor, indica que la utilización de neonicotinoides es una de las causas principales de la muerte masiva de abejas en el mundo, lo cual pone en peligro nuestra seguridad alimentaria, la economía agrícola y el ambiente. Las abejas que se encuentran en situación de riesgo no son únicamente las utilizadas en la apicultura comercial para la producción de miel, sino las más de 4 mil especies de abejas autóctonas que viven en Estados Unidos, como el abejorro Bombus affinis o las abejas que se ven aquí y que despliegan todos los colores del arco iris.

Una abeja azul salvaje en su medio natural
Credit: Bob Peterson

¿Los neonicotinoides son lesivos para otros tipos de vida silvestre?

Sí. Ha quedado demostrado que los neonicotinoides causan la desaparición de invertebrados acuáticos, que constituyen una fuente esencial de la alimentación de aves y peces. El uso de los neonicotinoides también se ha relacionado con la disminución documentada de poblaciones de aves y de mariposas.

¿Los neonicotinoides contaminan el agua?

Sí. Dado que los neonicotinoides pueden perdurar en el suelo durante largo tiempo, resulta fácil que las lluvias o la irrigación los depositen en los lagos, arroyos o fuentes de agua potable que se encuentran en los alrededores. El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) ha determinado que los neonicotinoides contaminan cuerpos de agua en todo el país, generalmente a niveles dañinos para los insectos acuáticos y demás vida silvestre, lo cual no es sorprendente dado el modo excesivo en el que suelen aplicarse. Por ejemplo, cuando se aplican como método de tratamiento de semillas, en el mejor de los casos la planta absorbe únicamente cerca de un 5% del plaguicida: el otro 95% permanece en el suelo. En la actualidad el 100% de las semillas de maíz común y el 50% de las de soja se tratan con neonicotinoides, por lo que no es difícil deducir cómo es que terminan en nuestras aguas.

¿Nuestros alimentos contienen neonicotinoides?

Sí. En Estados Unidos el 86% de la miel contiene residuos de neonicotinoides. También se encuentran en manzanas, cerezas, fresas, alimento para bebés y en otros comestibles populares entre niños y adultos. Debido a que los neonicotinoides se hallan dentro de las frutas, verduras y otros alimentos que consumimos no es posible eliminarlos mediante el lavado.

¿Existe la preocupación de que los neonicotinoides dañen la salud?

Sí. Los neonicotinoides atacan partes de las células nerviosas del insecto similares a las que poseen los seres humanos, lo que genera preocupación entre los investigadores y los especialistas en salud de que lo que resulta nocivo para las abejas también pueda serlo para los humanos. En particular, los trabajos de investigación que van surgiendo sugieren que podría haber un vínculo entre la exposición a los neonicotinoides en el útero o en las primeras etapas de la vida y los defectos en el desarrollo, las deformaciones cardíacas, los temblores musculares y la pérdida de memoria.

Una abeja muerta

¿Qué medidas está tomando nuestro gobierno federal en cuanto a los neonicotinoides?

No muchas. Si bien hace varios años la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos introdujo un ícono con la indicación de “peligro para las abejas”, así como ciertas restricciones para algunos productos con neonicotinoides, estos pequeños pasos no han logrado coartar la enorme reducción en las poblaciones de abejas y de polinizadores. Hace mucho tiempo que la EPA viene estudiando los efectos de los neonicotinoides mediante su proceso de “examen de registros”. Aunque dichos exámenes podrían generar protecciones para salvar a los polinizadores, no lo podemos dar por hecho: la EPA acaba de prorrogar discretamente los plazos para concluirlos. Tampoco se prevé que tome las medidas necesarias durante la presidencia de Trump y mientras se encuentre bajo la dirección de Andrew Wheeler.

¿Qué han hecho otros países?

Otros países están avanzando hacia la prohibición del uso de neonicotinoides en espacios exteriores. En 2018 la Unión Europea votó a favor de la prohibición total del uso en exteriores de tres neonicotinoides debido a los efectos que causaban a las abejas productoras de miel. No hace mucho Canadá le siguió los pasos al recomendar que el país proceda a la eliminación gradual de todos los usos externos de esos mismos neonicotinoides en un plazo de entre 3 y 5 años.

¿Qué debería utilizarse para reemplazar a los neonicotinoides si se limitara su uso?

En términos generales, nada. Los neonicotinoides suelen utilizarse en aplicaciones en las que sencillamente no resultan efectivos. Si bien en 2014 la EPA determinó que el tratamiento de las semillas de soja con neonicotinoides “probablemente genera $0 en beneficios  para los agricultores”, la mitad de las semillas de la soja común sigue siendo tratada con neonicotinoides. Otros trabajos de investigación recientes indican que los neonicotinoides tampoco son efectivos en el maíz, aunque hasta un 100% de las semillas de maíz convencional se tratan con neonicotinoides. Estos usos representan la gran mayoría de los neonicotinoides que ingresan al ambiente y, dado que no funcionan, no es preciso reemplazarlos. Los otros usos de los neonicotinoides pueden eliminarse mediante prácticas agroecológicas, como la rotación de diversos cultivos, los sistemas de plantas cubre-suelos y la introducción de enemigos naturales de las plagas que atacan a los cultivos (conocidos como “insectos benignos”). En los casos en los que sea necesaria la utilización de un insecticida puede recurrirse a sustitutos de los neonicotinoides que resultan menos nocivos.


*Este mapa es de 2014, el último año en que el USGS incluyó a las semillas tratadas con neonicotinoides en su estudio anual sobre plaguicidas (aunque desde entonces no se ha registrado una disminución en el uso de semillas tratadas). A efectos de comprender la amplitud del uso de las semillas tratadas puede compararse este mapa con el de 2015: esto permitirá percibir de primera mano la enorme diferencia.