María expuso problemas con la respuesta al desastre

La nación necesita romper el hábito de simplemente responder a los desastres naturales lanzándoles cantidades masivas de dinero y esfuerzos después de los hechos. También necesitamos una Agencia Federal para el Manejo de Emergencias que pueda apoyar esfuerzos de comunidades para poder superar tormentas futuras.
2017's hurricane season shattered all records for damages—and the need for assistance

Cuando el huracán María tocó tierra en Puerto Rico y en las Islas Vírgenes de los Estados Unidos el año pasado, expuso completamente dos grandes problemas con respecto a cómo nuestra nación lidia con los desastres. El primer problema es la preferencia por reaccionar después de que un desastre sucede, en lugar de remediar las vulnerabilidades antes de que una tormenta o un huracán se conviertan en un desastre. El segundo problema es que la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) no tiene la capacidad para cumplir su misión, y mucho menos para manejar cuatro desastres catastróficos simultáneamente, especialmente cuando uno devasta islas a miles de millas lejos de tierra firme.

Los daños acumulados en 2017 por los desastres climáticos y relacionados con el clima en los Estados Unidos totalizaron $ 306 mil millones, el año de desastre más caro en la historia de los EE. UU. y, resulta ser, el tercer año más cálido registrado. El huracán María fue la más letal de las tormentas trágicas del año.

Los desastres declarados a nivel federal y los daños causados ​​por los desastres provocados por el clima han ido incrementando continuamente. La Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO, por sus siglas en inglés) estimó que entre 2005 y 2014, el Gobierno Federal destinó como obligación $ 277 mil millones para los programas de asistencia por desastre. Solo en 2017, el Congreso se apropió de $ 120 mil millones en fondos suplementarios para hacer frente a tres grandes huracanes e incendios en el occidente de EE. UU.

Bienvenido a la nueva normalidad.

En esta coyuntura, el mayor error que podemos cometer es tratar el 2017 como una aberración y suponer que no experimentaremos más años con múltiples desastres simultáneos. Debido a nuestra falla colectiva por reducir las emisiones de carbono que causan el cambio climático, todos hemos garantizado lo que nos depara el futuro.

¿Qué salió mal en el huracán María?

FEMA ha sido fuertemente criticada por su lenta y desorganizada respuesta al huracán María. Al mismo tiempo, el presidente Trump ha evitado en gran medida las críticas, incluso cuando hace impactantes afirmaciones sin fundamento sobre cuántas personas perdieron la vida en Puerto Rico como resultado del huracán María. Mi colega Mekela Panditharatne dejó en claro en un artículo de opinión del New York Times que el presidente Trump no obtiene un pase o condonación por lo que sucedió con María.

Múltiples cosas salieron mal en Puerto Rico. Puerto Rico estaba en medio de una crisis financiera mucho antes de que María golpeara, lo que contribuyó a múltiples fallas sistémicas (recomiendo leer el reciente artículo de Jeff Goodell en Rolling Stone para obtener más información). Pero muchos de los problemas en torno a la respuesta al desastre en sí, se derivan de cuán extendida estaba FEMA por los múltiples desastres que ocurrieron en 2017 y el fracaso de la administración para remediar la situación.

Según el Informe Posterior a la Acción de FEMA, la agencia requiere que 6.630 miembros del personal respondan a lo que llama un desastre de "Nivel 1", el tipo de incidente más grave, y sus planes requieren que maneje dos desastres de Nivel 1 en un solo año. Entre 1997 y 2014, FEMA tuvo un total de diez desastres de Nivel 1. En 2017, tuvo cinco operaciones de desastre de Nivel 1 en marcha de manera simultánea en Texas, Florida, California, Puerto Rico y las Islas Vírgenes de EE. UU. La agencia se encontró rápidamente sin la capacidad de responder adecuadamente al huracán María e igualmente se quedó corto en las otras zonas de desastre.

En ninguna de las cinco operaciones de desastre los despliegues del personal de FEMA alcanzaron la meta de 6.630 empleados. A medida que Harvey, Irma y María tocaron tierra entre el 25 de agosto y el 20 de septiembre, progresivamente había menos personal de FEMA disponible para desplegar. El personal también tuvo que ser redistribuido de un desastre al siguiente. 

Figura 16: Despliegues totales de FEMA por área de desastre entre agosto 25 y noviembre 30
Credit: FEMA

Una pregunta sin contestar es por qué no había más personal de FEMA en Puerto Rico y las Islas Vírgenes de los Estados Unidos cuando el huracán María tocó tierra, dado que el huracán Irma había causado daños enormes ahí dos semanas antes. Como muestra la gráfica anterior, la cantidad de personal de FEMA desplegado en esas islas para Irma fue mucho menor que el personal asignado a Florida, una situación que merece mayor investigación.

Del personal que FEMA sí desplegó, la Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO, por sus siglas en inglés) encontró que el 54 porciento no fueron considerados o evaluados como "calificados", lo que significa que no habían recibido la capacitación necesaria para desempeñar sus funciones específicas. FEMA reconoce plenamente en su Informe Posterior a la Acción, la necesidad de invertir más en la capacitación del personal que será desplegado a un desastre. Desafortunadamente, FEMA puede encontrar más difícil abordar esta deficiencia, debido a la reciente medida de la administración Trump de desviar $ 9.8 millones en fondos de FEMA para capacitación y operaciones de "respuesta y recuperación" al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés).

Para complicar aún más las cosas, el daño causado por el huracán María superó ampliamente las suposiciones de planificación de FEMA para un desastre en Puerto Rico, como lo ilustra la siguiente gráfica del Informe Posterior a la Acción de FEMA.

Figura 8: Impactos subestimados de los supuestos de planificación de los huracanes de 2017 en Puerto Rico
Credit: FEMA

Al igual que muchos gobiernos locales y estatales se han visto abrumados por la magnitud de los recientes desastres que sobrepasaron la experiencia histórica, FEMA se encontró respondiendo a un desastre que nunca había anticipado.

Un año después de que María golpeó Puerto Rico y las Islas Vírgenes de Estados Unidos, el huracán Florence está golpeando las Carolinas, repitiendo un ciclo mortal y dañino. Millones de personas están una vez más siendo afectadas, muchas de las cuales serán desplazadas durante semanas y posiblemente más tiempo. Decenas de miles de hogares están inundados y, aún más, están sin electricidad. Esto llega justamente dos años después de que estas mismas personas fueran afectadas por el huracán Matthew.

Florence y María son tormentas diferentes que sucedieron en circunstancias muy diferentes. La respuesta inmediata de FEMA a Florence no está obstaculizada por dos huracanes anteriores, ni las Carolinas están ubicadas a mil millas de tierra firme. 

No obstante, dos problemas principales aún persisten y deben dirigirse. La nación necesita romper el hábito de simplemente responder a los desastres naturales lanzándoles cantidades masivas de dinero y esfuerzos después de los hechos. Sabemos que nuestros sistemas de infraestructura están envejeciendo o no son capaces de resistir el evento de una gran de tormenta. Sabemos cuáles casas ya están en peligro. Sabemos que es más probable que ocurran tormentas dañinas.  Sabemos que el aumento del nivel del mar está sucediendo. Sabemos que los riesgos están aumentando y que nuestras vulnerabilidades aumentan con ellos. Necesitamos cambiar nuestro enfoque para hacer que nuestras comunidades sean más resilientes y estén mejor preparadas antes de que ocurran tormentas futuras, algo que la GAO ha recomendado y que hasta FEMA reconoce. Eso debe reflejarse en la forma en que se designan presupuestos para los desastres, la resiliencia y los esfuerzos de reconstrucción; debe reflejarse en las decisiones locales sobre dónde construimos y cómo construimos, y en muchas otras decisiones. 

Para hacer esto, también necesitamos una Agencia Federal para el Manejo de Emergencias que pueda apoyar mejor ese esfuerzo nacional. FEMA generalmente solo llama la atención de las personas después de un desastre, pero una gran parte de su misión se centra en ayudar a las comunidades a evitar el próximo desastre. Esto no podría saberse al mirar hacia sus operaciones y presupuesto, que están sesgados fuertemente hacia la respuesta al desastre. Actualmente, FEMA está supervisando 732 declaraciones de desastres abiertos que datan de 1998 (las declaraciones abiertas significan que la ayuda federal por desastre no se ha gastado y el proyecto se cerró oficialmente).

FEMA necesita tomar acción de una manera que no se le ha pedido hacer en el pasado, pero eso requiere mucho más que un cambio en las prioridades de la agencia; requiere que el Congreso y el Presidente le den a FEMA los recursos, el personal y los fondos necesarios para ayudar a la nación a prepararse, volverse más resiliente y poder superar tormentas futuras. Ya sabemos qué pasa si  fracasamos en hacerlo. Lo hemos estado viendo a raíz del huracán María.

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