El cambio climático es el principal reto medioambiental de nuestro tiempo, y sabemos que debemos acelerar nuestros esfuerzos para adaptarnos a los impactos que ya son inevitables. Disponemos de las tecnologías y la inteligencia necesarias para reducir drásticamente las emisiones que causan la crisis. Actualmente existe un número creciente de soluciones viables y eficaces. Debemos impulsarlas y trabajar por un futuro más sostenible y justo. Con este fin, trabajamos en los Estados Unidos, China, India y otros países con comunidades, aliados y responsables de la toma de decisiones en todos los niveles gubernamentales para impulsar normas que permitan reducir drásticamente la contaminación por carbono, acabar con nuestra dependencia de los peligrosos combustibles fósiles y dar prioridad a las personas y los ecosistemas que se encuentran en primera línea de nuestro clima cambiante.

Nuestras prioridades:

Energías renovables

La ciencia es clara: debemos reducir la contaminación por carbono y otras emisiones de gases de efecto invernadero al menos a la mitad —en esta década— para evitar una catástrofe climática. Teniendo en cuenta este imperativo, debemos centrarnos en una rápida transición al 100 por ciento de energía limpia en Estados Unidos para 2035, y en objetivos igualmente ambiciosos en otros países con problemas climáticos. Las soluciones ya están ahí: Las energías renovables son cada vez más baratas y fiables que los combustibles fósiles, y la eficiencia energética ha demostrado ser la forma más fiable, abundante y rentable de seguridad energética. Debemos estimular la inversión en estas soluciones a todos los niveles, y ayudar a mostrar el camino hacia un mundo más sano, más seguro y más justo.

Transporte

El transporte representa la mayor parte de la contaminación climática en los Estados Unidos y es también una fuente importante de contaminantes nocivos que afectan de forma desproporcionada a las personas de color. A nivel mundial, el sector del transporte es una de las fuentes de emisiones de más rápido crecimiento y contribuye con el 14 por ciento de toda la contaminación por gases de efecto invernadero. Debemos hacer la transición de todos los vehículos a cero emisiones y ofrecer a la gente más formas de desplazarse sin autos, empezando por las comunidades más afectadas por la contaminación del transporte. Estos esfuerzos no sólo frenarán la contaminación que calienta el clima. También ayudarán a crear comunidades más sanas y resistentes, a mejorar la asequibilidad y a generar carreras de alta calidad.

Edificios

Los edificios son grandes consumidores de combustibles fósiles. Desde las casas hasta las torres de oficinas, los edificios queman cantidades asombrosas de combustible de calefacción, como gasóleo, propano y gas natural. De hecho, la energía utilizada por los edificios representa el 28 por ciento de las emisiones mundiales que provocan el cambio climático. La mejor y más rápida manera de reducir estas cifras es maximizar la eficiencia energética y electrificar nuestros sistemas de calefacción y refrigeración, de modo que, a medida que la red se alimenta cada vez más de energías renovables, nuestros edificios también sean más limpios. Si se hace bien, estas mejoras también reducirán las facturas mensuales de los servicios públicos, especialmente para los hogares con bajos ingresos, a los que históricamente se les ha negado los beneficios de la energía limpia.

Combustibles fósiles

La quema continua de combustibles fósiles no sólo es una amenaza existencial para nuestro planeta y las personas, sino que los pozos industriales, las plantas de procesamiento, las terminales de transporte y los subproductos tóxicos también representan una carga devastadora para la salud y un riesgo para la seguridad de tantas comunidades marginadas que se ven obligadas a coexistir con esta infraestructura altamente contaminante. Para luchar con éxito contra todas estas amenazas, debemos enfrentarnos a las empresas de energía sucia —junto con sus aliados en el poder— directamente. Aunque la tarea es desalentadora, es una lucha que los activistas perseverantes, los líderes comunitarios, los grupos de justicia ambiental y sus aliados han demostrado que es más que posible: se puede ganar.

Producción industrial

Al igual que en los sectores de la energía, el transporte y la construcción, la descarbonización de la industria es fundamental para lograr nuestros objetivos climáticos y una oportunidad clave para avanzar en la justicia ambiental. La mayor parte de las emisiones industriales proceden de la producción de un pequeño grupo de productos intensivos en carbono, como los productos químicos básicos, el hierro y el acero, el cemento y el hormigón, el aluminio, el vidrio y el papel. Las instalaciones industriales, que a menudo se agrupan en comunidades de bajos ingresos y de color, son también una importante fuente de contaminación del aire y del agua. La limpieza de este sector es una prioridad urgente para el clima y la salud pública; también ayudará a estimular el desarrollo económico y a crear puestos de trabajo para las comunidades que los necesitan urgentemente.

Financiación sostenible

Muchas de las estrategias que necesitamos desplegar para limitar el aumento de la temperatura global a no más de 1,5 grados centígrados, evitar el colapso de los ecosistemas y la biodiversidad y garantizar un futuro equitativo requieren financiación. En cada etapa —desarrollo de la tecnología, validación, aplicación y ampliación— los gastos deben estar cubiertos, y los costos y beneficios de las transiciones necesarias deben repartirse equitativamente. El aumento de los riesgos derivados de la intensificación de los fenómenos meteorológicos extremos amenaza la estabilidad de las empresas, la seguridad de los prestatarios y la salud de los bancos y sus carteras de préstamos.

Y a medida que los sistemas financieros cambian junto con nuestro clima cambiante, tenemos que estar preparados para impactos de gran alcance. El NRDC trabaja con los sectores público y privado para estimular las innovaciones que ayudarán a las economías a adaptarse a este nuevo mundo, y ofrecer un futuro más verde y próspero que beneficie a todos.

Ciudades sostenibles

La mayoría de las personas viven en ciudades. En los Estados Unidos, las zonas urbanas albergan al 83 por ciento de la población; a nivel mundial, los residentes urbanos representan alrededor del 55 por ciento de la población. Las ciudades pueden ser innovadoras y líderes de una agenda climática más amplia, al pilotear proyectos, al innovar soluciones intersectoriales y al desarrollar nuevos enfoques de asociaciones comunitarias para construir un futuro económicamente equitativo y sostenible. Las ciudades son fundamentales para abordar las desigualdades sociales, promover la inclusión económica, construir infraestructuras resistentes al clima, desarrollar esfuerzos equitativos en materia de transporte y eficiencia energética en colaboración con las comunidades, y liderar las transformaciones del mercado. A menudo, las ciudades provocan revoluciones, al descubrir y aplicar potentes procesos y soluciones que pueden adoptarse en todo el mundo.

Agricultura y alimentación

Tenemos que construir un sistema alimentario del siglo XXI más resistente y regenerativo, que proteja la salud de las comunidades, los suelos y los ecosistemas, al tiempo que ayude a los agricultores y ganaderos a adaptarse a la realidad del cambio climático. Para conseguirlo, debemos alejarnos de la agricultura industrial moderna y cultivar los alimentos al implementar prácticas arraigadas en la sabiduría indígena y sin productos químicos tóxicos. Debemos desperdiciar menos alimentos para reducir el impacto sobre el clima y los recursos, distribuir los excedentes de alimentos para garantizar que todas las comunidades se nutran, y compostar los restos de comida para construir un suelo saludable.

Adaptación climática

Las comunidades ya sufren los impactos de la crisis climática. El calor extremo, las repetidas inundaciones, la subida del nivel del mar, la sequía y los incendios forestales han desplazado a millones de personas, han perjudicado su salud física y mental, han destruido costosas infraestructuras públicas y han profundizado las desigualdades raciales y sociales. Debemos afrontar la crisis de frente, anticiparnos a futuros fenómenos climáticos y desarrollar planes y políticas que aumenten la resiliencia y reduzcan el sufrimiento futuro. Esto incluye desde la defensa de una mayor inversión en infraestructuras de salud pública y protecciones laborales para los trabajadores en primera línea hasta los preparativos para las comunidades que se enfrentan a los desplazamientos provocados por las catástrofes climáticas. Y lo que es más importante, debemos dar prioridad a las comunidades que soportan los peores impactos debido al racismo sistémico que las ha hecho más vulnerables a nuestro clima cambiante.

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