Chile: País Telúrico y Ambientalmente Frágil

Escrito por Juan Pablo Orrego

Hacer reflexiones ambientales en momentos en que buena parte de nuestros compatriotas y territorio están golpeados por el terremoto 8.8 Richter del 27 de Marzo, y los maremotos subsiguientes, y al estar, por lo tanto, el país de duelo y ocupado en la reconstrucción de ciudades, poblados e incluso de ecosistemas, puede parecer frívolo, pero, la verdad es que resulta más pertinente y necesario que nunca.

Reconstruir da la oportunidad de hacer las cosas de mejor manera. En Chile no debiera reducirse a construir en lugares más seguros viviendas de mejor calidad, y a correr a poblaciones un poquito más lejos de lugares excesivamente vulnerables, sino también a considerar cuidadosamente y respetar los entornos naturales que nos albergan.

No debemos rescatar aquello que ha puesto a tantos y tantas en situación de desmedro y de vulnerabilidad innecesaria. Necesitamos romper la inercia y pensar fuera de la recurrente ‘cajita’ para no repetir los errores del pasado. Aunque esto parezca obvio, en Chile y el mundo esto no ha sucedido y, al contrario, a lo largo de los últimos siglos de historia, una y otra vez volvemos a tropezar con las mismas piedras, a costa de mucho sufrimiento generalizado, humano y biosférico, y de estrepitosos colapsos civilizacionales. Auges y caídas, auges y caídas...

Aterricemos en la relación entre nuestro medio ambiente y un desarrollo energético que en Chile ha sido impuesto por el sector corporativo. ¿Seguiremos obligados haciendo mal la pega, o de una vez por todas y decididamente armonizaremos nuestras necesidades energéticas con la majestuosa pero frágil, inestable y vulnerable naturaleza que nuestra nación nos ofrece? Lo curioso es que en esto realmente no tenemos opción.

Paradójicamente, entonces, mientras los análisis serios sobre la materia apuntan a la necesidad y conveniencia de utilizar nuestra extraordinaria riqueza en energías renovables en forma distribuida y descentralizada, las empresas comercializadoras de energía siguen empecinadas en la implementación de proyectos energéticos tan rentables para estas empresas privadas como perjudiciales para el país, como las mega-represas de HidroAysén y Energía Austral, en la Patagonia chilena, asociadas a faraónicas y extremadamente vulnerables líneas de transmisión. Estas empresas sólo pueden continuar actuando en forma poco inteligente y dañina para el bien común gracias a la conjunción entre la enorme capacidad seductora del lucro y la ‘subsidiaridad’ de un Estado que, estructuralmente, por décadas, ha entregado la iniciativa a privados con serios conflictos de interés en la materia.

¿A Sebastián Piñera lo señalará la historia como un continuador de lo mismo de siempre con costos que saltan a la vista, o como un decidido impulsor de un nuevo paradigma energético, totalmente viable, en el que se termina la falsa disyuntiva entre integridad ambiental -condición básica para la calidad de vida humana- y energía?                                                                      


Biografía:

Juan Pablo Orrego Silva es Coordinador Nacional e Internacional de Ecosistemas y Coordinador de la Campaña Patagonia Rios Vivos, Magíster en Estudios del Medio Ambiente con mención en ecología y antropología, profesor, investigador y músico. Uno de los fundadores, y por 12 años coordinador general del Grupo de Acción por el Biobío, que desarrolló la campaña de defensa del río Biobío y de las comunidades Pehuenche ante la construcción de grandes centrales hidroeléctricas, trabajo por el que recibe el Premio Ambiental Goldman ('97) y el Right Livelihood Award ('98). Es autor de diversas publicaciones de reflexión en torno al tema de la ecología, así como en temas técnicos, centrándose hoy en la gestión de los recursos hídricos. El año 2003 se integra a la Campaña No Alumysa, y hoy junto al equipo de Ecosistemas concentra sus esfuerzos en una campaña proactiva de defensa ambiental de la Patagonia chilena.