9 maneras de evitar químicos que interfieren con las hormonas

Los interruptores endocrinos, como el BPA y los ftalatos, se encuentran en todo, desde productos de limpieza hasta fragancias.

Manos bajo un flujo de agua corriente

Todos aprendimos en las clases de biología que nuestros cuerpos funcionan asistidos por una red de hormonas y glándulas que regulan todo lo que hacemos. Como regla general, solo pensamos en este sistema, el sistema endocrino, en el contexto de la pubertad. Pero lo cierto es que su función es vital en todas y cada uno de las fases de desarrollo, en el metabolismo y en el comportamiento del ser humano.

He aquí el problema: los compuestos sintéticos en productos tales como el plástico y las fragancias pueden imitar el comportamiento de nuestras hormonas e interferir con el delicado equilibrio del sistema endocrino. Nuestros cuerpos entran en contacto con dichos compuestos a diario, y estamos en particular estado de vulnerabilidad durante fases de desarrollo acelerado, tales como el periodo intrauterino y en la niñez.

“La ventana de tiempo para la formación del cerebro y del hígado, por ejemplo, es sumamente pequeña”, nos explica Kristi Pullen Fedinick, científica de plantilla para el NRDC. “Cuando entramos en contacto con dichos compuestos que interrumpen la función hormonal durante estos periodos críticos, los mismos pueden descarrilar el proceso de formación, ocasionando daños irreversibles”.

Aunque la situación es seria, existen medidas que podemos tomar. En lo que el NRDC logra que se establezcan protecciones, hay ciertas maneras de evitar el daño endocrino que ocasionan estos compuestos:

1. Lavarse las manos

Si hemos de hacerle caso a un solo consejo de los que aparecen en la lista, que sea este: lavarse las manos con frecuencia (evitando usar fragancias y jabones antibacterianos) y siempre antes de comer. Con este paso elemental, se enjuaga una parte significativa de residuos químicos.

2. Quitar el polvo regularmente, con paño o aspiradora

Aunque contienen compuestos ya vinculados con la interrupción hormonal (y el cáncer), hay ciertos retardantes de llamas que se emplean comúnmente en productos domésticos. Se ha demostrado mediante estudios que dichos químicos se desprenden de aparatos electrónicos, sofás y productos para bebés, amontonándose en el polvo casero.

El hogar promedio no cuenta con un presupuesto para remplazar todo artículo con sus versiones sin retardantes de llamas, pero todos tenemos los medios para mantener la casa libre de polvo, con un paño húmedo y una aspiradora con filtro HEPA, el cual atrapa las partículas más minúsculas en vez de soplarlas al aire. Con quitar el polvo mediante esta técnica, también se reduce la exposición a otros químicos que se pueden acumular en el hogar, como, por ejemplo, el plomo (en edificios viejos), los ftalatos y los compuestos fluorados.

3. Decir no a las fragancias

La palabra “fragancia” en una etiqueta denota la presencia de una mezcla con posiblemente cientos de ingredientes; y la formula exacta para cada compañía se considera normalmente un secreto de la industria. Lo que sí se sabe con certeza es que los ftalatos, un tipo de compuesto comúnmente empleado en la mezcla de fragancias, son interruptores endocrinos. Afortunadamente, las fragancias no tienen nada que ver con el funcionamiento ni la efectividad de un producto. Por ende, con sencillamente optar por cremas, productos de limpieza y detergentes sin fragancia, se evita el problema. Hay que revisar las etiquetas de todo producto, ya que a veces ponen fragancias en donde menos se espera, como en pañales o en bolsas de basura.

Para refrescar el aire y desodorizar, abrir las ventanas, usar ventiladores y sacar la basura o cambiar la arena para gatos, en vez de tratar de cubrir el mal olor. Otra opción es recurrir a desodorizantes naturales, como flores frescas en la cocina, cáscaras de frutas cítricas en el triturador de basura o una caja abierta de bicarbonato de sodio en el refrigerador.

4. Replantearse los plásticos

Hoy en día vivimos rodeados de plástico. Las envolturas de nuestros alimentos, los potes de champú y acondicionador, los protectores de los teléfonos… todo es plástico. Y ciertos plásticos contienen químicos que interfieren con la función hormonal. Un plástico bastante común por su propiedad resistente a destrozarse es el PC #7, el cual contiene bisfenol A, mejor conocido como BPA, y el vinilo flexible (PVC #3) contiene ftalatos. Dichos compuestos son interruptores endocrinos conocidos. Los estudios todavía no han concluido categóricamente cuáles son los efectos que la exposición diaria a dichos compuestos en diferentes combinaciones podría ocasionar. No obstante, sí se ha demostrado que hasta la exposición a cantidades mínimas puede acarrear un impacto significativo.

No hay manera de eliminar el plástico totalmente de la vida cotidiana, pero sí se pueden tomar fácilmente ciertas medidas para reducir el uso del mismo. Por ejemplo, cambiar los moldes reusables plásticos por moldes de cristal o acero inoxidable; y si hay que usar los plásticos, no usarlos para comidas altas en grasa y jamás para calentar en el microondas. Usar bolsas de papel para la merienda o las sobras, en vez de las plásticas resellables. Sustituir el papel adherente plástico con papel de tela adherente recubierto con cera. Optar por bloques de madera y muñecas de algodón en vez de juguetes plásticos. En resumidas cuentas, siempre que haya que comprar algo plástico, indagar sobre la existencia de opciones alternativas.

5. No más latas

La comida enlatada es un resuelve cuando hay que preparar algo a toda prisa. Pero las latas están recubiertas con BPA para evitar corrosión. De hecho, incluso latas etiquetadas como “libres de BPA” pueden contener otros compuestos parecidos que no se han estudiado o no se han declarado más inocuos que el BPA, según un estudio publicado en la revista Environmental Health Perspectives. Optar por productos frescos, congelados o secos (como las habichuelas o frijoles) no enlatados es una sabia medida preventiva fácil de tomar. Las cajas de catón aséptico y los envases de vidrio son mejores opciones que las latas.

6. Prestar atención a lo que se ingiere

Hay ciertos pesticidas que se han visto vinculados a la disrupción hormonal. Se recomienda comer tanto producto orgánico (agricultura biológica) como permita el presupuesto. Si el dinero está apretado, tratar de optar por comidas que tradicionalmente han sido cultivadas con un residuo mínimo de pesticidas. Como regla general, se recomienda tratar de comer alimentos en su forma más íntegra posible: un pollo asado completo, en vez de trozos de pollo procesado y empanado, por ejemplo. También hay que considerar nuestros propios métodos de preparación. Las hoyas antiadherentes pueden estar recubiertas con interruptores endocrinos; mejor cocinar en hoyas de acero inoxidable o hierro fundido.

7. Filtrar el agua del grifo

Tomar agua de la pluma o el grifo reduce el riesgo de exposición a BPA y otros químicos dañinos que se encuentran en las latas y botellas plásticas. Pero el agua potable también puede contener su propio coctel de interruptores hormonales, tales como residuos de anticonceptivos, según el Proyecto de Agua Potable del NRDC. Pasar el agua por un filtro certificado por NSF International, siempre y cuando esté al día e instalado adecuadamente, reduce el nivel de ciertos compuestos que interfieren con la función endocrina.

8. Ojo con el maquillaje y productos cosméticos

Los niños no necesitan productos cosméticos. No obstante, existe toda una industria de cremas y potajes presuntamente mágicos, burbujas, esmaltes, brillos, etc. Todos estos productos pueden contener interruptores endocrinos (además de un sinnúmero de otros compuestos vinculados al cáncer, asma e irritaciones de la piel), añadidos para darle aromas, para suavizar el producto y para atraer la atención de los niños. El cutis de bebé es el cutis perfecto. Mejor dejarlo en paz.

En caso de realmente necesitar humectantes, bloqueadores solares y jabones, echar un vistazo a la base de datos Skin Deep Cosmetics Database de la organización Environmental Working Group. En general, mientras menos productos uno use, con el menor número de ingredientes posible, mejor.

9. Hacer la limpieza con astucia

Mucha gente introduce contaminantes al hogar al hacer la limpieza, mediante compuestos potentes. Resulta difícil (y a veces imposible) saber qué químicos se encuentran en los productos de limpieza, ya que no se les requiere a las compañías ponerlos en la etiqueta.

Con el fin de fomentar la transparencia de fabricación y la disponibilidad de productos más seguros, se recomienda patrocinar los productos de compañías que publican sus ingredientes voluntariamente y buscar la etiqueta Safer Choice. También existe la opción de preparar nuestros propios agentes de limpieza, tomando como base productos cotidianos, como el vinagre y el bicarbonato de sodio.

10. Alzar la voz

Haz saber a compañías, agencias y legisladores que necesitamos asentar sistemas para asegurar que nuestros alimentos, nuestras aguas y nuestros hogares estén libres de interruptores endocrinos, ftalatos, compuestos fluorados y demás compuestos tóxicos desde un principio.


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