El plan de perforaciones submarinas no debería poner en riesgo a comunidades y costas

Con el tremendo valor ecológico y económico de nuestros ambientes costeros y marinos, abrir estas áreas a nuevas exploraciones de petróleo y gas es un riesgo que no podemos tomar.

Nuestras comunidades costeras y ambientes marinos no pueden soportar este plan de exploración petrolera a mar abierto.

Credit: Lauren Kubiak

En enero, la administración Trump liberó el plan de perforaciones submarinas más extensivo que jamás se haya propuesto. Sin precedentes en su alcance , el nuevo plan propone abrir vastas áreas que colindan en casi cada estado costero, para la perforación petrolera, y ha programado 47 arrendamientos financieros—lo más que se haya propuesto en cualquier otro Plan de un Programa de Cinco Años en la historia.

Esto llega en un momento en que la demanda por crudo de áreas submarinas está decreciendo—lo que significa que abrir nuevas áreas para las perforaciones pone a nuestros océanos y comunidades costeras en riesgo por petróleo que ni siquiera necesitamos. NRDC describe los errores fundamentales detrás del razonamiento de un nuevo plan con nuestros comentarios técnicos que hemos entregado a la Agencia de Manejo de la Energía Oceánica. 

Por las siguientes razones, la administración no debería abrir ninguna nueva área para perforaciones submarinas en la Plataforma Continental Exterior:

1. No necesitamos este petróleo.

De acuerdo con la última información de la Administración de la Información Energética de los Estados Unidos (EIA por sus siglas en inglés), Panorama Energético Anual (AEO 2018), los Estados Unidos está preparado para convertirse en un exportador neto de petróleo para el 2029 sin necesidad de arrendamientos financieros fuera de las costas, que ponen en riesgo a las comunidades costeras y los ecosistemas marinos. Se proyecta que el tope de la demanda global de petróleo ocurrirá en el 2030 y luego comience a declinar, principalmente debido a los estándares de eficiencia del combustible y por alternativas como los autos eléctricos.

Más allá de no necesitar este petróleo, explotar este recurso público dañaría—lejos de beneficiar—a las comunidades costeras, el ambiente marino y al público.  El proceso de arrendamiento fuera de las costas ya es de por sí incompetente, resultando en licitaciones de bajo costo y retornos mínimos para el público. Abrir una área más amplia a estos arrendamientos en un periodo tan corto de tiempo depreciará todavía más los precios de arrendamientos financieros—vendiendo esencialmente recursos públicos con un descuento excesivo.

2. Realizar exploraciones para nuevo petróleo es incongruente con la necesidad de atender el cambio climático.

Las nuevas exploraciones de petróleo y gas son fundamentalmente incongruentes con los esfuerzos de atención al cambio climático. No podemos alcanzar nuestras obligaciones internacionales y evadir los peores impactos del cambio climático al mismo tiempo que explotamos nuevas reservas.

La energía renovable, eficiencia energética y vehículos eléctricos, son alternativas viables para evitar la venta de combustibles fósiles, y debemos intensificar nuestros esfuerzos para expandir su uso. El uso de tecnologías de energía limpia y transportación ha aumentado significativamente en la última década, proveyendo de fuentes limpias de energía y transportación al mismo tiempo que hacen crecer las economías locales, reducen las emisiones que causan el cambio climático y reducen nuestra dependencia al petróleo. Debemos enfocarnos en continuar la expansión del uso de energía y transportación renovables, y usar más eficientemente la energía, en lugar de querer explotar nuevas reservas petroleras. 

3. Nuevos arrendamientos para exploraciones ponen importantes ambientes marinos y economías costeras en riesgo.

Al proponer abrir casi todas nuestras costas, la administración está intentando revocar medidas de seguridad cruciales que fueron adoptadas para prevenir que ocurra otro derrame petrolero catastrófico como el de Deepwater Horizon. Nuestras costas son simplemente muy importantes para ser expuestas a un programa tan riesgoso.

Por ejemplo, la Economía del Océano Atlántico de los E.U.A. contribuye con aproximadamente $92 billones de dólares del producto interno bruto (PIB), del cual, más del 60 por ciento deriva del turismo, recreación, pesca y comida del mar. Estas industrias dependen de un océano limpio, playas limpias y una abundancia de peces y vida silvestre. Más que el valor económico, el Atlántico es el hogar de una amplia variedad de vida silvestre, corales, peces y especies en peligro de extinción que no deben ser puestas en riesgo, a cambio de generar ganancias para la industria petrolera.

La despampanante belleza natural de las costas del Pacífico y la abundante biodiversidad también son una atracción mayor de turismo y recreación, que contribuyen significativamente a las economías costeras del oeste. California es hogar de la red más grande y completa de Santuarios Marinos Naturales de los Estados Unidos, y el Santuario Marino Nacional de la Costa Olímpica en Washington atrae a millones de turistas anualmente. 

Algunos de los ecosistemas marinos más productivos y prístinos de la Tierra se encuentran en las costas y aguas Árticas de Alaska. Si un derrame ocurriera al final del verano o a principios de otoño, el océano podría cambiar rápidamente de aguas navegables a un 100% de hielo, dejando que la fuga continúe, sin disminución durante el largo invierno.

Los impactos por derrames petroleros pueden vivirse durante mucho tiempo y ser catastróficos. Cuando el desastre de Deepwater Horizon sucedió hace ocho años, 11 trabajadores murieron por ello y millones de barriles de petróleo crudo fueron acarreados hacia el Golfo de México. Este desastre persistente dejó a decenas de miles de pescadores, vendedores de ostras, camaroneros y otros sin trabajo. Hizo que la comida fuese peligrosa de ingerir y el aire peligroso de respirar, y ha resultado en el esparcimiento de problemas de salud para la gente del Golfo, donde el petróleo se diseminó a lo largo de más de 1,300 millas de tierras costeras y humedales. Los mamíferos marinos en peligro de extinción, los peces de los arrecifes y una inmensa variedad de vida silvestre que habitan el Golfo todavía están pagando los costos por este derrame. Poner en riesgo esta zona mientras que sigue en recuperación, es inaceptable.

Explotar el petróleo en aguas abiertas con un gran descuento para ello, cuando no necesitamos este petróleo y no podemos costear sus impactos climáticos y ambientales no es de interés nacional. Con el tremendo valor ecológico y económico de nuestros ambientes costeros y marinos, abrir estas áreas a nuevas exploraciones de petróleo y gas es un riesgo que no podemos tomar.

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