Lo que conseguimos en la COP26 y lo que aún necesitamos

Hemos alcanzado el consenso mundial más fuerte hasta la fecha sobre la necesidad de eliminar progresivamente los combustibles fósiles. Pero, como nos recuerdan los jóvenes activistas, el mar sigue subiendo.

Delegados sostienen el reloj climático, un gráfico para demostrar lo rápido que el planeta se acerca a los 1,5 grados centígrados de calentamiento global, en el duodécimo día de la COP26.

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Ian Forsyth/Getty Images

Hemos alcanzado el consenso mundial más sólido hasta la fecha sobre la necesidad de eliminar progresivamente los combustibles fósiles. Pero, como nos recuerdan los jóvenes activistas, el mar sigue subiendo.

Ninguna reunión, ningún acuerdo final pondrá fin a la crisis climática. Sin embargo, a medida que las conversaciones internacionales sobre el clima llegan a su fin en Glasgow, el mundo avanza en tres frentes vitales, aunque cada uno de ellos revela de nuevo cuánto nos queda por hacer.

Se aumentaron las ambiciones globales de manera que nos acercamos a lo necesario para reducir los gases de efecto invernadero a la mitad en la próxima década, pero no lo suficiente como para que el mundo se encamine a mantener el calentamiento por debajo del límite crítico de 1,5 grados centígrados.

Se mejoró el acceso de los países en desarrollo a la financiación y la tecnología, pero no lo suficiente como para permitir a los países de renta baja participar plenamente en la transición hacia energías limpias o proteger a las personas vulnerables en primera línea de los riesgos y daños climáticos.

Se reforzaron las medidas de rendición de cuentas pero, entre informes de que los países están falseando las cifras para aligerar sus huellas de carbono, no hay garantías de que vayamos a convertir las promesas de Glasgow en el progreso que necesitamos.

Con el aumento del nivel del mar, las tierras de cultivo convertidas en desiertos, las especies en peligro de extinción, los incendios forestales, las inundaciones y las tormentas, ya no se trata de saber si el vaso está medio lleno, sino de encontrar la manera de llenarlo.

Unos 120 líderes se presentaron en Glasgow para intentarlo, y esto es lo que lograron.

El Presidente Joe Biden definió, para Estados Unidos y el mundo, lo que está en juego en la crisis climática – “el reto de nuestras vidas colectivas”– y la oportunidad de poner en marcha una generación de prosperidad haciéndole frente.

El presidente Biden habla durante el evento Accelerating Clean Technology Innovation and Deployment el 2 de noviembre de 2021 Evan Vucci.

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Pool via AP

Hizo un llamado a la cooperación mundial basada en la acción nacional, empezando por su propia gran estrategia para impulsar la inversión en energías limpias con el fin de reducir la contaminación climática en casa a través de la agenda Build Back Better (Reconstruir Mejor) que contamos con que apruebe el Congreso.

Quizás lo más importante es que Biden volvió a comprometerse en la lucha mundial contra el cambio climático, revirtiendo cuatro años de retroceso de su predecesor, y comenzó la ardua tarea de restaurar el liderazgo de Estados Unidos en materia climática.

“Nos presentamos”, dijo Biden a los periodistas, y “hemos tenido un profundo impacto”.

Estados Unidos y China–que juntos representan casi el 40 por ciento de la huella de carbono mundial–se comprometieron a cooperar en los esfuerzos para mantener el calentamiento global muy por debajo de los 2 grados centígrados, o 3,6 grados Fahrenheit, y lo más cerca posible de los 1,5 grados centígrados, o 2,7 grados Fahrenheit.

Lo importante ahora es que los dos países traduzcan su compromiso compartido en las reducciones de carbono necesarias para mantener vivo ese 1,5.

Los Estados Unidos se unió a la Unión Europea y a un centenar de países para comprometerse a reducir las emisiones de metano, un potente gas de efecto invernadero, en un 30 por ciento para 2030. Cumplir ese objetivo será clave.

India se comprometió a proporcionar la mitad de la electricidad para sus 1.400 millones de habitantes a partir de fuentes renovables como el viento y el sol para 2030. Los principales países se comprometieron a dejar de financiar nuevas centrales eléctricas de carbón.

Pavagada Solar Park in Thirumani village, Karnataka, India

Credit: Abhishek Chinnappa/Getty Images

Además Morgan Stanley, Deutsche Bank y BlackRock se unieron a otras 450 empresas de inversión, bancos y aseguradoras–con 130 billones de dólares en activos combinados– al prometer dejar de añadir contaminación por carbono a la atmósfera para 2030, y financiar proyectos que ayuden a los países y a otras empresas a hacer lo mismo con el tiempo.

Se trata de grandes compromisos. Junto con las promesas conexas de Glasgow, encarnan el consenso mundial más sólido hasta la fecha para eliminar progresivamente el carbón, el petróleo y el gas de la economía mundial. En el transcurso de la próxima generación, las oportunidades económicas se verán cada vez más impulsadas por el cambio a las energías limpias, una transformación global que atraerá billones de dólares de inversión y creará, según las estimaciones de Biden, 30 millones de puestos de trabajo en todo el mundo sólo en esta década.

Los países en desarrollo deben recibir la parte que les corresponde. Las naciones ricas, hasta la fecha, les han defraudado. En Glasgow, Estados Unidos y sus homólogos ricos se vieron sometidos a nuevas presiones para que cumplieran plenamente la promesa de destinar 100 mil millones de dólares anuales a la lucha contra el cambio climático entre 2020 y 2025, y para que aumentaran la ayuda anual después de eso.

Es importante reconocer también que el cambio climático ha infligido graves daños a muchas naciones que han hecho poco o nada para provocar la crisis. Dado que estos países no pueden adaptarse a algunos de estos daños–las tierras perdidas por la subida del nivel del mar, por ejemplo– se necesita financiación adicional para compensar a los países y comunidades vulnerables.

Un delegado de la COP26 pasa junto al cuadro 1.5 To Stay Alive del artista Jonathan Gladding, que representa a una niña de Santa Lucía.

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Christopher Furlong/Getty Images

Los líderes también se esforzaron por reforzar su capacidad para exigir responsabilidades mutuas en relación con las promesas climáticas, en parte mejorando la forma en que se supervisan y comunican los avances. Está previsto que se reagrupen dentro de dos años, para un ajuste crítico del rumbo que debe mantener al mundo en la senda del progreso que necesitamos.

Las voces de los ancestros resuenan en Glasgow, donde los almacenes de carbón y hierro impulsaron la Revolución Industrial hace más de dos siglos. El futuro, sin embargo, habla a través de las voces de la juventud.

En medio del progreso, aunque mesurado, de Glasgow, los jóvenes activistas tomaron la palabra para recordarnos que queda mucho más por hacer de lo que hemos hecho hasta ahora; que un mundo que falla a sus niños está fallando; y que, en muchos sentidos, la lucha climática avanzada en Glasgow no ha hecho más que empezar.

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