Las pequeñas redes de abastecimiento de agua estan gravemente afectadas en Puerto Rico tras el paso de María

A medida que el gobierno de Puerto Rico vaya creando un plan post-María para priorizar fondos federales dirigidos a proyectos de infraestructura, es importante que no se queden al margen las pequeñas redes de abastecimiento y las comunidades a las que sirven.

Los pequeños sistemas de abastecimiento de agua en Puerto Rico suelen estar ubicados en áreas remotas y rurales, donde se vieron los peores estragos del huracán. ¿Cuán grande fue el daño? NRDC ha obtenido los resultados de una evaluación realizada después de María por la EPA. El estudio, llevado a cabo entre noviembre y diciembre del 2017, comprende 237 redes pequeñas e independientes que suplen servicio de agua potable a unas 89,100 personas. Los resultados muestran que casi la mitad de los sistemas pequeños—por lo menos el 48% de aquellos que llenaron informes—sufrieron deterioros significativos en su capacidad operacional por meses después del desastre, y que el deterioro, en ciertos casos, ocasionó una suspensión total de servicios.

Un mínimo de 42 sistemas pequeños reportó necesitar generadores o paneles solares y 48 instalaciones reportaron necesitar combustible para generadores. Al menos 37 instalaciones reportaron, además, carecer de tabletas para cloración o de tratamientos o equipos necesarios para purificar el agua. Otros sostuvieron daños a tuberías y tanques de almacenamiento o perdieron acceso a los mismos debido a la presencia de escombros.

La mayor parte de los puertorriqueños recibe servicios de agua potable a través de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados de Puerto Rico (AAA). Los pueblos y ciudades suplidos por la AAA han recibido la inmensa mayoría de los fondos destinados a recuperación tras el desastre. Esto se debe principalmente al simple hecho de que existe una abundancia de datos sobre los daños sostenidos por este sistema en particular. No obstante, las pequeñas redes de abastecimiento comunitarias e independientes, que no forman parte de la AAA, han enfrentado retos únicos después del huracán. Históricamente, dichos sistemas han tenido gran dificultad en cumplir con los requisitos de calidad de agua, particularmente en la presencia de bacterias coliformes y los estándares de turbidez. Las comunidades afectadas carecen de la habilidad técnica y financiera necesaria para resolver los problemas de siempre, y mucho menos para reparar daños ocasionados por tormentas.

Los expedientes adquiridos por NRDC iluminan lo que ocurrió con estos pequeños sistemas durante el desastre. Al cierre del año 2017, según la evaluación de la EPA, 22 de dichas instalaciones que no pertenecen a la AAA fueron clasificadas como sistemas en “rojo”, o zonas que necesitaban agua potable de emergencia, ya que los sistemas no podían suplir agua, no tenían electricidad y/o carecían de generadores. La EPA clasificó 26 instalaciones como sistemas en “anaranjado”, lo cual significa que la red requería reparaciones a gran escala y/o que carecía de un generador o alguna otra fuente de electricidad. Y 14 instalaciones fueron clasificadas como sistemas en “amarillo”, lo cual significa que seguían en funcionamiento a pesar de haber sostenido daños y que estaban necesitadas de reparaciones.

Desafortunadamente, las disparidades en el nivel de detalle incluido en los informes de daños por el huracán han sido enormes. Incluso muchos de los informes presentados de forma voluntaria sólo reportaron información referente al funcionamiento del sistema. No obstante, el cúmulo de dichos informes ha proporcionado mucha información vital sobre el impacto de María en estas redes. Muchas de las redes reportaron daños sostenidos en las tuberías de agua. Otras aseveraron haber sostenido daños en pozos o sistemas de bomba. Algunas instalaciones reportaron tuberías tapadas o falta de acceso a instalaciones debido a escombros. Se reportaron daños a sistemas de cloración, utilizados para tratar el agua contra contaminación bacteriana, lo cual sugiere que la calidad del agua potable ha decaído desde el paso de la tormenta.

El no contar con una evaluación amplia y detallada de dichas redes fuera de la AAA impide que se canalicen los fondos federales necesarios a estas comunidades faltas de agua potable. Estas pequeñas redes necesitan urgentemente no sólo reparación de daños, sino ayuda técnica y recursos financieros. Es por esto que es de vital importancia que la EPA y FEMA contraten un estudio detallado del impacto de María en los pequeños sistemas de agua y la vulnerabilidad de dichos sistemas a futuros desastres naturales. Una evaluación de tal magnitud debería además investigar la viabilidad de conectar a comunidades aisladas a redes municipales.

A medida que el gobierno de Puerto Rico vaya creando un plan post-María para priorizar fondos federales dirigidos a proyectos de infraestructura, es importante que no se queden al margen las pequeñas redes de abastecimiento y las comunidades a las que sirven.              

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