El vil plan para hacer que los estadounidenses compren más gasolina

La administración Trump se doblega ante las compañías petroleras para intentar destruir las reglas de sentido común que le ahorran al pueblo miles de millones de dólares y ayudan a proteger el medio ambiente.
Marathon, la mayor refinadora de petróleo del país ha estado detrás del desmantelamiento de las normas de eficiencia vehicular por parte de la administración de Trump.
Credit: Ty Wright/Bloomberg/Getty Images

La administración Trump se doblega ante las compañías petroleras para intentar destruir las reglas de sentido común que le ahorran al pueblo miles de millones de dólares y ayudan a proteger el medio ambiente.

No es frecuente que un jefe empresarial se jacte ante sus inversionistas de meter la mano en los bolsillos de las familias estadounidenses con la ayuda de la Casa Blanca.

Sin embargo, eso fue lo que sucedió después de que las grandes compañías petroleras se unieran a la administración de Trump el verano pasado para garantizar un mayor consumo de gasolina, equivalente a $16 mil millones al año, y un incremento en la contaminación de carbono de nuestros vehículos, furgonetas y camionetas.

Una importante investigación del New York Times deja al descubierto esta  traición al interés público y detalla la presión que la industria petrolera ejerce sobre la política interna del presidente Trump. El artículo detalla cómo el gobierno de Trump cedió ante las principales compañías petroleras para eliminar las reglas de sentido común que ahorran a los consumidores miles de millones de dólares al año en la gasolinera y ayudan a limpiar las emisiones vehiculares tóxicas.

La semana pasada, en una confesión descarada, Gary Heminger, presidente de Marathon Petroleum, presumió ante los analistas de que debilitar las reglas de los automóviles limpios aumentaría las ventas de gasolina unos 16.8 millones de galones por día.

A un precio de $2.65 dólares por galón, el promedio nacional en noviembre, el valor de esta cantidad de gasolina asciende a $44.5 millones por día, o más de $16 mil millones por año. Esto es dinero que los trabajadores estadounidenses no podrán gastar en las necesidades de sus familias pues se destinará a la industria petrolera. “Sin embargo”, advirtió Heminger a los inversionistas, “hay otros actores que no quieren dejar a un lado” los ahorros de combustible y las reducciones de la contaminación que estas reglas respaldan. “Así que tenemos mucho trabajo por hacer para mantener este impulso”.

Ese llamado “trabajo” no es barato. En las elecciones nacionales de 2016 y 2018, las contribuciones a las campañas electorales provenientes de la industria petrolera y de gas totalizaron $176 millones, con 87 centavos de cada dólar destinados al partido de Trump.

La estrategia le compensa a la industria, a expensas del país.

En 2012, con el respaldo de los principales fabricantes de automóviles, la Agencia de Protección Ambiental de los EE. UU. (EPA por sus siglas en inglés) y el Departamento de Transporte de los EE. UU. (DOT por sus siglas en inglés) se unieron para promulgar un par de reglas que eliminan la contaminación del tubo de escape de nuestros automóviles, furgonetas, SUV y camionetas. Las reglas encaminaban a la industria a duplicar el rendimiento del combustible (millaje por galón) para 2025, lo que reduciría el consumo de petróleo de la nación en unos asombrosos 2.4 millones de barriles por día para 2030.

Como país, éste es uno de los pasos más importantes que hemos tomado para proteger a las generaciones futuras de los crecientes peligros del cambio climático. Esto se debe a que nuestros autos y camiones ligeros representan aproximadamente el 17 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero en los Estados Unidos. Milla por milla, las reglas de 2012 reducen a la mitad la huella de carbono de los vehículos.

Las medidas también apoyan un aumento en los empleos de manufactura. Casi 300,000 estadounidenses trabajan en el sector de fabricación de automóviles ayudándonos a obtener más millas por galón de gasolina o acercarnos a los autos eléctricos y vehículos híbridos del futuro. Aproximadamente 70,000 de esos trabajos se encuentran en Michigan, donde más de 224 instalaciones producen materiales o piezas para ayudar a que nuestros autos funcionen de manera más limpia y eficiente.

Sin embargo, en agosto pasado, el gobierno de Trump propuso que se eliminaran las reglas, lo que hizo retroceder el apoyo nacional para el progreso de los vehículos limpios. Los fabricantes de automóviles querían flexibilidad para cumplir con las normas de automóviles limpios. En general, sin embargo, las reglas eran un buen complemento a las decenas de miles de millones de dólares que la industria invierte en una nueva generación de automóviles.

Así que fue un tanto incomprensible el rechazo de la administración a las normas que ayudan a nuestras familias a ahorrar miles de millones de dólares al año en gasolina, luchan contra el principal desafío ambiental de nuestro tiempo, y ayudan a crear decenas de miles de empleos bien pagados. El artículo del Times proporciona la respuesta: no son los fabricantes de automóviles sino, más bien, las compañías petroleras las que ven el camino por delante a través del espejo retrovisor.

No vamos a permanecer impasibles mientras Donald Trump pone en riesgo nuestro futuro para aumentar las ganancias petroleras. Estamos luchando contra esta propuesta. Presentaremos nuestro caso ante los tribunales, si es necesario, y nos hemos unido a otros grupos para pedirle a la EPA y al Departamento de Transporte que nos expliquen por qué la administración vendió nuestro medio ambiente y nuestros bolsillos a los intereses de la industria de combustibles fósiles.

Como mi colega del NRDC, Luke Tonachel, testificó en una audiencia federal sobre los cambios propuestos en septiembre pasado: “Los estadounidenses pagamos impuestos para que el gobierno nos sirva y proteja, no para que sirva y proteja a las grandes compañías petroleras.”

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