Eliminación del diésel sucio en América Latina

Reducción del carbono negro y la contaminación del aire en América Latina

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Los esfuerzos para reducir las emisiones de carbono negro se han convertido en un componente cada vez más importante de los esfuerzos para combatir el calentamiento global. Estudios recientes han concluido que el carbono negro es el segundo contaminante climático más poderoso después del dióxido de carbono (CO2). El carbono negro, un componente del material particulado (PM), es uno de los cuatro principales Contaminantes Climáticos de Vida Corta (CCVC). Estos contaminantes permanecen en la atmósfera durante un tiempo relativamente corto en comparación con otros gases de efecto invernadero, como el CO2. Debido a esto, la reducción de estas emisiones proporciona beneficios casi inmediatos. El sector transporte es la mayor fuente de emisiones de carbono negro antropogénicas (generadas por el ser humano) en América Latina. Dentro del sector transporte de América Latina, los motores diésel son la mayor fuente de emisiones de carbono negro.

La reducción de las emisiones de carbono negro en América Latina mediante un "enfoque sistémico" para el sector transporte

Debido a que el carbón negro es parte de la materia particulada, muchas estrategias para reducir la materia particulada del diésel también pueden reducir las emisiones de carbono negro. De tal forma, se proporcionan importantes beneficios para la salud humana y el medio ambiente, tanto a nivel local como global. En conjunto, estas estrategias representan un "enfoque sistémico" que ha logrado reducir las partículas de diésel y las emisiones de carbono negro en los Estados Unidos, Canadá, Europa y en otros lugares. Este enfoque sistémico cuenta con tres componentes principales:

  • Combustibles limpios: La principal prioridad para América Latina es garantizar la aprobación e implementación generalizada de estándares de combustible que reduzcan el azufre a niveles ultrabajos (por debajo de 50 ppm). Lograr niveles ultra bajos de azufre reduce las emisiones de PM de todos los vehículos y permite el uso de tecnologías avanzadas para el control de emisiones de vehículos. Estas tecnologías pueden eliminar más del 90 por ciento de las emisiones del carbono negro, en comparación con los motores que no están equipados con ellas.
  • Normas de emisiones estrictas para vehículos nuevos: Una vez que los combustibles ultrabajos en azufre estén en uso, los países latinoamericanos pueden adoptar normas de emisiones para vehículos nuevos que requieren el uso de filtros de partículas diésel (DPF, por sus siglas en inglés), el uso de combustibles alternativos comparables, o nuevas tecnologías vehiculares (p. ej., vehículos a gas natural, híbridos o eléctricos).
  • Programas complementarios para reducir las emisiones de los vehículos existentes: Debido a que muchos vehículos viejos y con emisiones altas permanecerán en circulación durante los próximos años, los países también deben considerar medidas complementarias para reducir las emisiones de los vehículos diésel existentes. Algunos ejemplos de programas exitosos se han enfocado en readaptar los camiones y buses más viejos y sucios de las flotas vehicularas urbanas, ya que estos se abastecen de combustible de manera centralizada. En algunos casos estos programas han proporcionado incentivos financieros para retirar estos vehículos viejos y reemplazarlos por modelos más nuevos, limpios y eficientes en el uso del combustible.

Si los responsables de formular políticas en América Latina adoptan un enfoque sistémico que utiliza combustibles, tecnologías y estrategias comprobados, las emisiones de carbono negro se reducirán significativamente. De esta manera se lograría proporcionar importantes beneficios climáticos, de salud pública y otros beneficios ambientales a cientos de millones de personas en toda la región, así como a nivel mundial.

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