América Latina puede ser un líder climático con manejo sostenible de la tierra

Una prioridad climática en que América Latina puede y debe lograr mayor progreso y demostrar liderazgo es el manejo sostenible de los suelos.
Credit: NASA Earth Observatory images by Lauren Dauphin, using MODIS data from NASA EOSDIS/LANCE and GIBS/Worldview and VIIRS data from NASA EOSDIS/LANCE and GIBS/Worldview, and the Suomi National Polar-orbiting Partnership

América Latina es una de las regiones más vulnerables a los impactos del cambio climático, pero también se encuentra en una posición única para avanzar las clases de soluciones que son necesarias para combatir la crisis climática. Esta semana, más de 5.000 participantes de la región, representando los sectores público y privado, la sociedad civil y la academia, están reunidos en Salvador, Brasil para la Semana del Clima de América Latina y el Caribe. Este evento busca impulsar la ambición de la acción climática en la región. Una prioridad climática en que América Latina puede y debe lograr mayor progreso y demostrar liderazgo es el uso de los suelos.

Mejorar las prácticas de uso del suelo es fundamental para el futuro de América Latina

Mientras los participantes de la Semana del Clima se reúnen en Salvador, los incendios están arrasando en los estados brasileños de Rondonia y Amazonas. El lunes en la tarde, el humo de miles de incendios activos oscureció los cielos de Sao Paulo, a casi 3.000 kilómetros de distancia. Los investigadores del Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE) de Brasil han utilizado imágenes satelitales para documentar 74.155 incendios forestales en el país este año, un aumento del 84% respecto al año anterior. Los incendios en la Amazonía son el resultado de una combinación de factores: las sequías más frecuentes y severas, la deforestación y el cambio climático. El INPE también ha documentado más de 57.000 incendios adicionales tan solo en Venezuela, Bolivia y Colombia.

En otras regiones de América Latina, las prácticas insostenibles de uso y manejo de los suelos amenazan otros ecosistemas críticos. Los pastizales del Desierto Chihuahuense de México, una de las regiones áridas más biodiversas del mundo y también un importante sumidero de carbono, están enfrentando una transformación radical causada por la expansión de las tierras de cultivo y el pastoreo excesivo. En algunas zonas, estos pastizales podrían desaparecer por completo para el año 2025 a menos que se revierta las tendencias actuales. En Chihuahua las sequías prolongadas provocadas por un clima cambiante exacerbando la situación. Los humedales también están en riesgo a lo ancho y largo de la región. Un informe de ONU Medio Ambiente calcula que América Latina y el Caribe ha perdido el 59% de sus humedales naturales, más que cualquier otra región del mundo. Estos ecosistemas, que son críticos tanto para la mitigación del carbono como para la resiliencia de las comunidades costeras, están amenazados por el desarrollo costero mal planificado, la sobrepesca y la sedimentación, entre otras razones.

El reciente Informe Especial del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) titulado “El Cambio Climático y la Tierra” es una clara advertencia de que las practicas insostenibles de uso de la tierra, como la agricultura masiva de monocultivos y la deforestación, contribuyen a la crisis climática. Y a su vez, el clima cambiante está ejerciendo presión y socavando la productividad de tierras que están cada vez más degradadas. Este círculo vicioso contribuye a la inseguridad alimentaria, intensifica la escasez de agua, y amenaza a los medios de vida de millones de personas en América Latina que dependen de la tierra. Las posibles consecuencias para América Latina son nefastas. En la crisis migratoria de América Central, ya estamos presenciando las difíciles decisiones que deben tomar las persona cuando la tierra ya no les da sustento

La posición de América Latina como un importante productor y exportador de productos agrícolas significa que debe demostrar proactividad en la búsqueda de soluciones climáticas basadas en el uso de la tierra. Un informe reciente de la OCDE / FAO pronostica que, en los próximos diez años, la producción de cultivos y productos pecuarios crecerá más rápido en América Latina y el Caribe que el promedio mundial. El informe también indica que la región representará más de una cuarta parte de las exportaciones agrícolas y pesqueras mundiales para el 2028. El aumento en la producción agrícola será en parte atribuible a mejoras en el rendimiento de los cultivos. Sin embargo, un informe anterior de la OCDE / FAO pronosticó que el área total de tierra utilizada para la agricultura aumentaría en 11 millones de hectáreas para 2027, principalmente para el cultivo de soja.

El informe del IPCC y los cielos oscurecido por el humo en Sao Paulo son solo las señales de alerta más recientes para los líderes gubernamentales y empresariales de la región. La tala indiscriminada de bosques, la conversión de pastizales y la pavimentación de humedales no garantizarán la prosperidad y el progreso a largo plazo. A lo contrario, si estás prácticas continúan, el resultado será un riesgo elevado para los recursos hídricos, la seguridad alimentaria, la producción económica y la salud de los ciudadanos de la región.

América Latina debe demostrar liderazgo en acción climática

Para revertir la crisis climática se requerirá de acciones concertada en muchos frentes y en todo el mundo. Es crítico lograr una transición hacía sistemas de energía y transporte más limpios que permitan una reducción drástica de las emisiones de combustibles fósiles. También es primordial impulsar rápida y sostenidamente una mayor inversión privada en soluciones climáticas. Los países de América Latina están dando pasos importantes en estas áreas, desde los avances de Colombia con bonos verdes hasta la revolución de energía limpia de Chile (y ahora su importante progreso con la electromovilidad). Todo esto debe continuar a expandirse.

Pero también hace falta una transformación fundamental en los sistemas de producción de alimentos y en cómo se manejan las tierras y las aguas (marinas y terrestres). Y en esto América Latina tiene una posición única para demostrar liderazgo. Es urgente detener la deforestación y la desertificación en los trópicos, restaurar los ecosistemas naturales, y asegurar la buena gestión de las áreas protegidas y las tierras dedicadas a usos agropecuarios. Asimismo, en algunos casos será necesario ampliar aún más las protecciones de áreas naturales en línea con el llamado de científicos de proteger un 30% de la tierra y de los océanos para el año 2030.

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Foto: NRCS Oregon

La Semana del Clima será seguida por la PreCOP25 en Costa Rica en octubre, y luego la COP25 en Chile en diciembre. El hecho de que América Latina sea una vez más la sede de las negociaciones climáticas hace que este sea un momento crítico para que los líderes de los sectores público y privado de la región demuestren su voluntad de impulsar la acción climática ambiciosa y contrarrestar las voces, como las de Bolsonaro en Brasil y Trump en los EE. UU., que buscan eludir la responsabilidad compartida de proteger nuestro clima señalando con el dedo a otras partes.

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