Valorando los principios ambientales en una nueva era de incertidumbre

Ninguna parte de mi cree que hubo alguien, ni siquiera los que votaron por Donald Trump, que votara por aire contaminado, agua tóxica, un clima inestable y comunidades menos saludables. Y sin embargo, nos encontramos en víspera de una presidencia encabezada por un hombre que hace solo meses expresó que el cambio climático es una artimaña introducida por los chinos y ha prometido deshacerse del Plan de Energía Limpia, restaurar la dependencia en carbón, aprobar el oleoducto Keystone XL y eliminar toda investigación llevada a cabo por la NASA sobre el cambio climático, para empezar.

Poniendo palabras en práctica, ha seleccionado al procurador general de Oklahoma, Scott Pruitt, quien rechaza la ciencia dominante sobre el clima y lleva años en contiendas contra la Agencia de protección ambiental, como el próximo administrador de dicha agencia. Además ha elegido para los departamentos de estado, energía y de interior a personas allegadas a la industria de combustibles fósiles. Por si no fuera poco, miembros del partido republicano en el Congreso tienen ya preparada una agenda ambiental radical.

¿Qué nos espera en los próximos cuatro años?

La desestabilización del clima es más evidente que nunca. Este año hemos visto la proliferación del Zika tropical en EE.UU. al compás de temperaturas elevadas al igual que sequías generalizadas que resultaron en incendios raros al sudeste del país. En el ámbito internacional, los conflictos trágicos y la crisis de refugiados en Siria, Nigeria y alrededor del medio oriente acentúan los impactos catastróficos que resultan por la escasez de agua potable y de alimentos en zonas inestables. Los expertos militares discuten la situación actual como un presagio de lo que nos espera en el futuro si el cambio climático no cambia de rumbo.

Sin embargo, a pesar de los recientes acontecimientos climáticos preocupantes, contamos con logros en el 2016 que nos protegen o, por lo menos, retrasan y mitigan algunos de los peligros que puedan presentarse bajo una nueva administración.

Entre los sucesos más esplendorosos está un logro reciente para el clima y la vida silvestre: el Presidente Obama prohibió la exploración petrolera en millones de hectáreas de los océanos Atlántico y Ártico, que serían difícil de revertir sin un serio desafío legal.

De igual manera, al nuevo gobierno se le dificultaría mucho romper con el acuerdo climático de Paris que entro en vigor en noviembre. Los acuerdos climáticos representan el camino más seguro para estabilizar nuestro clima para las generaciones futuras y cuando nos comprometimos a cumplirlos junto a los otros 174 países en el Día de la Tierra de 2016, enviamos una señal clara que la prosperidad y la acción climática pueden y deben ir de la mano en el siglo 21.

El Sr. Trump debería de ver la energía renovable como negocio redondo. La energía limpia y renovable ha tenido un año excepcional, sobrepasando, por vez primera, la instalación de capacidad generadora de los combustibles fósiles convencionales.

Contamos con las herramientas para crear una economía sostenible e inclusiva que nos ayudará a evitar los peores impactos del cambio climático y prosperar. Mi blog de fin de año anterior celebró este hecho y creo que con si trabajamos duro y con el apoyo de nuestros socios y líderes que tengan una visión con mira hacia el futuro, podemos lograrlo.

No cabe duda que un gobierno de Trump requerirá cambios de estrategia. La justicia y la igualdad se verán, en su mejor caso, ignorados y en el peor de los casos, dejaran a millones de personas sin protecciones. Debemos mantenernos unidos y firmes ante estos ataques. Debemos mostrar compasión, unión y trabajo colaborativo teniendo en cuenta las conexiones entre los problemas ambientales y las dificultades sociales que serán relegados o atacados. Debemos recordar que la lucha por el medio ambiente y el planeta es una lucha por toda la humanidad.

Como hemos visto durante las manifestaciones en Standing Rock, la valentía y el sentido de comunidad pueden hacer una gran diferencia. Los protectores del agua Sioux fueron ayudados por personas de más de noventa Naciones indígenas y miles de otros de todo origen, religión, edad y profesión, sacerdotes, médicos, veteranos, todos se unieron para ponerle un paro al oleoducto de gas natural Dakota Access, para impedir su paso por tierras sagradas y que pusiera el suministro de agua potable en peligro y acelerara el cambio climático. Aunque sus derechos humanos y civiles fueron atacados, los manifestantes se mantuvieron firmes, diversificaron sus tácticas sin violencia y ganaron.

Necesitaremos esta unidad de acción en el futuro: las voces de jóvenes y adultos, de gente históricamente marginada de todas las razas junto a la vanguardia acompañados y apoyados por los grupos ecologistas contando sus historias, hablando con el corazón mientras estos últimos defienden nuestros derechos por un ambiente limpio ante el gobierno y las cortes. Socios en protección. Viviendo nuestros valores.

El ascenso de Donald Trump refuerza nuestra necesidad de proteger: los derechos humanos contra los "derechos" de las empresas; la cultura y el sentido de la vida bajo un mundo gobernado por los fines de lucro; la verdad en un mundo donde los hechos se ignoran; nuestra lealtad a nuestros valores. No cabe duda que nuestros derechos y nuestro legado están indeleblemente vinculados con el medio ambiente. Estamos encontrando nuestra voz y ahora debemos utilizarla, con esperanza y determinación, sin cesar por los próximos cuatro años.