Cuatro acciones que las ciudades de América Latina y el Caribe podrían explorar para enfrentar al cambio climático
La población urbana del mundo está proyectada crecer de 3,4 a 6,4 mil millones de personas entre hoy y 2050. Latinoamérica y el Caribe es la región más urbanizada del mundo, con 80 por ciento de sus habitantes en ciudades. En 2050, este número podría sobrepasar el 90 por ciento. Con tal crecimiento vienen nuevas y más altas demandas por recursos, especialmente en el sector de transporte que ya es una fuente grande de gases de efecto invernadero y contaminantes tanto como un costo inescapable de energía. Una decisión clave para los políticos, la sociedad civil, el sector privado, y los ciudadanos de América Latina y el Caribe es como adaptar al crecimiento urbano de manera sostenible. Porque si no lo hacen de manera sostenible, las ciudades crecerán con peores consecuencias no solo para la salud de sus habitantes sino también para el medio ambiente y el clima mundial.
Para evitar semejante futuro, hemos creado una lista de cuatro prioridades que podrían ayudar a las ciudades de Latinoamérica – y particularmente sus sectores de transporte urbano – crecer de manera más eficiente, limpia y sostenible:
Desarrollar sistemas de transporte público más eficientes y accesibles. Dos metas importantes son: reducir el tamaño de millas viajadas por vehículos pasajeros (VMT por sus siglas en inglés) y mejorar accesibilidad en las ciudades. Muchas estrategias con costos diferentes ya existen para alcanzar estas metas, como por ejemplo aumentar las capacidades de caminar o andar en bicicleta, o construir un sistema de metro. Sin embargo, las soluciones a este problema son diferentes por cada país—y cada ciudad—de América Latina. Por ejemplo, Colombia ha logrado reducciones significantes de VMT con la implementación del sistema masivo de transporte TransMilenio en Bogotá. TransMilenio es un ejemplo de un sistema de buses de transito rápido (BRT por sus siglas en inglés) que tiene corredores dedicados solamente a los buses y sus pasajeros. En vez de pagar el alto precio de construir un metro, otras ciudades como la ciudad de México y Rio de Janeiro también han seguido el sistema de BRT. Además de ser menos caros, los BRT dan más accesibilidad a los pasajeros de las clases bajas, reducen la duración de los viajes, disminuyen las fatalidades y accidentes, y mejoran los precios inmobiliarios cerca de las paradas.
Mejorar la eficiencia de vehículos livianos, comerciales y pesados. Aunque es importante bajar los VMT tanto como sea posible, la realidad que mucha gente vive en las afueras de las ciudades donde conducir es la única opción. Gracias al crecimiento económico reciente y el subsiguiente aumento en la clase media, la demanda de energía del sector de transporte está creciendo más y más rápidamente. Por eso, muchos países y ciudades de la región están explorando las normas de eficiencia de combustible. En Junio de 2013, México fue el primero de adoptar una norma para los vehículos livianos de 14.9 kilómetros por litro para 2016, que puede reducir las emisiones de gases de efecto invernadero por unos 170 megatones, pero la norma no ha sido implementada efectivamente todavía. Sin embargo, los beneficios de estos tipos de normas son significantes. Bajo las normas concurrentes de los EE. UU., El Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales (NRDC por sus siglas en inglés) proyecta que si se cumplen los objetivos de 2017-2025, los EE. UU. podrían ahorrar 3,1 millones de barriles de petróleo por día. Para muchos países en América Latina y el Caribe, especialmente los que importan productos de petróleo refinados, estos ahorros son claves para el abastecimiento del petróleo, y también crean incentivos para consumidores, quienes ahorran también comprando menos combustible (alrededor de $2.700 durante la vida del vehículo en el caso de México). Aun mejores ahorros pueden realizar los choferes de vehículos comerciales livianos y pesados que utilizan más combustible que los vehículos livianos de pasajeros.
Reducir emisiones y contaminantes del sector de transporte. Además de utilizar normas de eficiencia de combustible, los países de América Latina y el Caribe también pueden mejorar su control de las emisiones y los contaminantes emitidos por el creciente sector del transporte. Ahora, este sector es responsable de emitir un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero de la región. Chile y Argentina ya requieren que los vehículos nuevos cumplan con las normas de emisiones europeas de Euro V para reducir las emisiones de dióxido de carbono. Este es un avance importante, particularmente cuando se considera que algunos países en la región no tienen ningún tipo de límite de las emisiones de vehículos mientras otros tienen estándares bastante débiles. Sin embargo, para lograr los beneficios máximos, estas normas en Chile y Argentina tienen que ser incrementadas a la norma de Euro VI y extendidas al resto de la región.
Asimismo, el transporte es una fuente peligrosa de emisiones de los contaminantes atmosféricos de vida corta (SLCP por sus siglas en inglés) como el carbono negro. Además de disminuir la superficie de los glaciares, el carbono negro y el material particulado emitido por los vehículos que usan diésel causan muchos riesgos para la salud. Un estudio nuevo, hecho por el NRDC, recomienda que los países de la región implementen un plan con cuatro etapas para reducir el carbono negro dentro de sus ciudades: implementar mejores sistemas de monitoreo de emisiones de carbono negro; adoptar diésel más limpio con un nivel bajo de azufre (máximo de 50 ppm); imponer normas estrictas de emisiones para los vehículos nuevos; y empezar programas complementarios para reducir las emisiones de los vehículos ya en circulación. Con estas metas, los países podrían reducir las emisiones de carbono negro por más del 95 por ciento.
Planificar el desarrollo urbano de manera más eficiente. Muchas otras soluciones existen para mejorar la planificación urbana junto con las estrategias ya mencionadas. Ciudades como Londres, Inglaterra han implementado zonas de emisiones bajas (LEZ). En 2008, la ciudad empezó a introducir reglas para tipos diferentes de vehículos adentro de los límites de la ciudad. Cada vehículo tiene una registración específica que demuestra cumplimiento o no con niveles de emisiones y si el conductor ha pagado impuestos en el caso de incumplimiento. Si no se cumple ni se pagan los impuestos, cameras por toda la ciudad sacan fotos del vehículo y el conductor recibe una multa. Ahora, la ciudad está experimentando con una zona de emisión súper-baja para aliviar más de los riesgos que vienen de la mala calidad del aire adentro de la ciudad. Además de ganar ingresos públicos de los impuestos, este sistema reduce el tráfico significativamente por toda la ciudad facilitando la accesibilidad mientras desincentiva la circulación de vehículos en general, disminuyendo los VMT.
Es importante notar que estas metas no son las únicas opciones para mejorar las ciudades de América Latina y el Caribe. Las cuatro se enfocan en el sector de transportación y el transporte público, los cuales son fuentes importantes de gases de efecto invernadero en la región. Pero hay otras estrategias para mejorar la calidad de vida para la gente en las ciudades de Latinoamérica, que tratan, por ejemplo, del manejo del consumo de agua o la construcción de edificios más eficientes en su uso de energía. Estas cuatro sugerencias son un inicio, pero juntas pueden mejorar la eficiencia energética y la calidad del aire de las crecientes ciudades de América Latina y, al mismo tiempo, ayudar a mitigar el cambio climático.
Escrito por Sam Hoyle, investigador con el equipo de Latino América en NRDC.