Razones para celebrar en ambos lados de la frontera de EE. UU. y México

Hay buenas noticias para la gente de ambos lados de la frontera México-Estados Unidos que no quieren respirar más aire contaminado: los esfuerzos de México para alinear las normas económicas de combustible de automóviles de nuestros dos países acaban de pasar un gran obstáculo legal de la industria, abriendo el camino para la fabricación de autos más limpios y así convertirla en una realidad en el país. Otros desafíos se mantienen, pero éste sin duda fue una victoria clave. Al mismo tiempo, la reelección del presidente Obama, quien exigió mejores vehículos de la industria automotriz durante su primer mandato, asegura que el presidente mexicano electo Peña Nieto tendrá un aliado si se da prioridad a la salud pública, a la transportación y al aire limpio después de posesionarse en el cargo en el mes de diciembre.

Las normas económicas para combustible propuestas en México, de autos y flotas de camiones ligeros que se ajusten con los de EE. UU. para lograr un rendimiento de 14.9 km/L (35 mpg) para el año 2016, son el resultado de años de colaboración y consulta entre varias agencias del gobierno mexicano, de defensores por un transporte limpio estadounidenses y mexicanos y de la industria automovilística. El programa le ahorraría alrededor de $39 mil millones de dólares y 70 mil millones de litros de combustible al conductor mexicano y recortaría unos 170 millones de toneladas de gases de efecto invernadero. Las normas se fueron acercando a la meta cuando una demanda, presentada por Toyota, llevó el proceso a su fin a finales de octubre. Mis colegas, Rich Kassel y Roland Hwang, escribieron más acerca de estas acciones tomadas por Toyota, aquí y aquí, respectivamente.

Fue alentador saber que un tribunal administrativo en la Ciudad de México anuló la demanda de Toyota la semana pasada; parecía que las normas estaban de nuevo rumbo hacia su aprobación. Pero otra medida cautelar, esta vez de Chrysler, siguiendo el ejemplo de Toyota, puede paralizar el proceso de nuevo. La triste realidad es que cuanto más tiempo estas empresas retrasen las normas económicas de automóviles eficientes y combustibles mexicanos, el pueblo tendrá que respirar aire contaminado y comprar más combustible por más tiempo.

Recientemente tuve el privilegio de participar en un taller con un grupo diverso de organizaciones e individuos que trabajan para mejorar la calidad del aire, el transporte público y la movilidad en México. La reunión no pudo ser más oportuna: la demanda por parte de Toyota ilustra perfectamente el tipo de obstáculos que enfrentamos al tratar de crear ciudades y pueblos más limpios y saludables.

Mis colegas en el taller identificaron otro reto crítico para nuestros esfuerzos: el hecho de que la mayoría de los mexicanos no creen que la contaminación del aire sea una preocupación urgente para ellos. Ellos no ven la baja calidad del aire en México como un riesgo para la salud. Lamentablemente, los números dicen lo contrario. Una mirada a los datos de la Organización Mundial de la Salud muestra que:

Además, un nuevo informe, disponible aquí y aquí, del Colectivo Ecologista Jalisco encontró que el número de vehículos solo en la zona metropolitana de Guadalajara aumentó un 112 por ciento en el lapso de 2000 a 2011, lo que aumenta la concentración de ozono en un 40 por ciento.

Desde empresas que no cooperan a la falta de conciencia pública, la gran cantidad de coches sucios ya en las carreteras, los obstáculos para la construcción de un mejor sector de transporte y un aire más limpio en México son temas enormes por los cuales hay que trabajar. Sin embargo, el alcance y la seriedad de los retos son correspondidos con creatividad y dedicación por parte de estos grupos para encontrar soluciones. Mientras el presidente electo Peña Nieto se prepara para tomar el asiento del conductor en México, él debe dar prioridad a estos temas para proteger a su pueblo, construir una economía más sana y un futuro más sostenible. Él deberá encontrar un aliado seguro y con experiencia en el presidente Obama durante su segundo mandato.