Reducir las emisiones de carbono negro es una victoria para ambos el clima y la salud pública en Latinoamérica

Credit:

From Dumping Dirty Diesels in Latin America, page 17.

NRDC lanzó un nuevo informe el viernes pasado (5 de diciembre) en la Conferencia internacional sobre el clima de las Naciones Unidas (COP20), que aborda una amenaza a la salud pública y el clima en América Latina: el carbono negro. Un carcinógeno conocido y contaminante potente, el carbono negro se emite por los vehículos diésel a través de la región, exponiendo a millones de personas a aire nocivo y agravando aún más el cambio climático. El informe concluye que, desafortunadamente, la mayoría de países en América Latina no monitorean el carbono negro suficientemente ni tratan de enfrentar el problema. La noticia positiva es que soluciones probadas ya existen y el estudio identifica estrategias claves que los gobiernos en la región pueden perseguir para reducir significantemente las emisiones de carbono negro: empleando una combinación de combustibles más limpios, estándares de emisiones para vehículos y tecnologías establecidas. Si lo hacen, ayudarán a millones de personas en la región a respirar mejor mientras se reducen emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) , demostrando ser una victoria para ambos la salud pública y los esfuerzos por combatir el cambio climático.

El informe, Eliminación del diésel sucio en Latinoamérica: Reducción de contaminación de carbono negro en el aire causado por motores diésel en países latinoamericanos. (disponible aquí en inglés; lee el resumen informativo en español aquí), por los coautores de Gladstein, Neandross y Associates (GNA), empieza con un resumen de las investigaciones existentes sobre los impactos globales y latinoamericanos de carbono negro en el clima y la salud pública. Después, el documento se sumerge en una investigación más detallada y original en cuanto a la calidad del aire, los sistemas de monitoreo del aire, los perfiles de las flotas vehiculares, la tasa de crecimiento de las flotas vehiculares, las regulaciones vehiculares y los estándares de combustibles en 15 países latinoamericanos.* Los resultados de la investigación denuncian la gravedad del problema—y también el alcance de los beneficios que las soluciones podrían causar.

El carbono negro es un componente importante del escape de motores diésel—el humo negro parte del hollín que arrojan los tubos de escape de los autos y camiones diesel sucios. No es para nada bueno para ti. Los expertos de la salud han vinculado la exposición al carbono negro con  la disminución de la función vascular y problemas respiratorios, incluyendo el asma agravado, la disminución de la función pulmonar y la inflamación pulmonar. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha determinado que el escape de diésella contaminación del aire exterior, y el material particulado (que incluye al carbono negro) causan cáncer.

El carbono negro tampoco es bueno para el clima. De hecho, los científicos han identificado al carbono negro como el segundo contribuyente al cambio climatico más poderosodespués del dióxido de carbono dióxido. Como un contaminante climático de vida corta (CCVC), las emisiones de carbono negro duran en la atmósfera por unos días, lo que significa que sus efectos se pueden sentir casi inmediatamente, pero también los beneficios de erradicarlo.

A nivel global, la quema abierta de biomasa es la fuente más grande de emisiones de carbono negro. Sin embargo, en Latinoamérica la fuente antropológica más grande de carbono negro es el sector de transportación. Nuestra investigación encontró que las flotas vehiculares en muchos de estos 15 países están ascendiendo a tasas muy altas, indicando que, si no se adaptan soluciones, más y más personas estarán expuestos a las emisiones de carbono negro.

Cuando revisamos a la investigación existente sobre los impactos de carbono negro en ambos el clima y la salud pública, con nuestros socios de GNA encontramos que—en contrasto a la información a nivel global—los datos sobre estos impactos específicamente en Latinoamérica están bastante escasos. Se necesitan hacer mucho más estudios sobre ambos tópicos para entender el tipo y el alcance de los efectos de las emisiones de carbono negro en la región en la gente y el medio ambiente. Aun así, suficiente información existe para demostrar que el problema es serio y merita acción gubernamental.

Algunos de nuestros hallazgos más interesantes de la investigación específica de cada país incluyen:

  • Solo nueve de los 15 países monitorean para emisiones de material particulado fino (o PM2.5, que incluye el carbono negro);
  • La calidad del aire en las 10 ciudades grandes que evalúan el material particulado fino exceden los niveles recomendados por la OMS;
  • Brasil, México y Argentina juntos  movilizan 80 por ciento de los vehículos en América Latina;
  • Sin embargo, los países con la tasa de crecimiento más alta de vehículos son Honduras y Nicaragua;
  • Chile y México son los únicos países con estándares estrictos para las emisiones vehiculares;
  • Solo Chile ha adoptado estándares de calidad de combustibles suficientemente estrictos para permitir disminuciones significantes de carbono negro.
Credit:

From Dumping Dirty Diesels in Latin America, page 18.

Como mencioné arriba, la noticia buena es que estrategias probadas ya existen para reducir considerablemente las emisiones de carbono negro. En nuestro informe, NRDC y GNA recomendamos un “sistema” de tres partes que aborde las emisiones de vehículos nuevos y más antiguos:

Primero, los países podrían adoptar estándares para la calidad de combustibles requiriendo un contenido de azufre al nivel “ultra-bajo” en combustibles diésel.

Segundo, los países podrían requerir estándares de emisiones vehiculares, los cuales empujarían la instalación de equipaje para controlar las emisiones en motores diésel como los filtros de partículas diésel, o promoverían vehículos con combustibles alternativos como, por ejemplo, los vehículos eléctricos. En conjunto, estas dos estrategias han reducido las emisiones de carbono negro por más del 95 por ciento en vehículos nuevos en otros países.

Para complementar estas dos estrategias, la tercera parte del sistema recomienda que gobiernos provean incentivos para reemplazar los camiones más antiguos y más sucios con versiones más limpias y eficientes. Es interesante notar que Chile y Colombia ya tienen experiencia con estos programas. Además, 45 ciudades en Latinoamérica han implementado rutas nuevas de buses que usan buses limpios que están reemplazando a buses con emisiones altas.

Adicionalmente, nuestra investigación muestra claramente la importancia de sistemas robustos de monitoreo de calidad del aire que informan al gobierno y al público en general sobre los niveles peligrosamente altos de emisiones en sus ciudades y países. Los gobiernos podrías establecer mejores sistemas de monitoreo en toda la región y compartir sus experiencias y conocimiento al mismo tiempo.

Finalmente, los gobiernos podrían establecer soluciones de planificación urbana sostenible como, por ejemplo, el Transporte Rápido de Buses (BRT por sus siglas en inglés) o Zonas de Emisiones Bajas (LEZ por sus siglas en inglés), los cuales podrían ayudar a aliviar la congestión de manera significante y la contaminación atmosférica en el sector de transportación.

Las emisiones de carbono negro son una amenaza grande para la salud pública y el clima en todo el mundo. Los países latinoamericanos tienen una oportunidad para reducir estas emisiones drásticamente, con soluciones probadas en el sector de transportación—la fuente más grande de carbono negro en la región.

Al exigir combustibles más limpios y emisiones vehiculares más bajas, y al reemplazar los vehículos más sucios y antiguos con modelos más nuevos y eficientes, los gobiernos pueden ayudar a millones de personas a respirar más fácilmente y simultáneamente combatir a cambio climático.


*Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela