Tres pasos necesarios para que la reforma energética de México ayude a impulsar la energía limpia y combatir el cambio climático

Varios países en América Latina se han comprometido a reducir sus emisiones para ayudar a combatir la crisis del cambio climático. Este liderazgo internacional es admirable, pero ¿cuán bien se traduce en acciones concretas a nivel de cada país? Durante y después de la cumbre mundial sobre el cambio climático (COP20) que actualmente se está llevando a cabo en Lima, los gobernantes de la región deben considerar si sus políticas nacionales están ayudando a alcanzar sus compromisos climáticos internacionales. Para el sector de energía esto significa asegurar que se establezcan políticas y planes energéticos que sienten las bases para avanzar hacia alternativas más limpias. Durante el transcurso de este año México inició una reforma histórica de su sector energético y el país tuvo una oportunidad singular para integrar sus compromisos sobre el cambio climático en el marco de la política que regirá el futuro de dicho sector. Pero por lo menos hasta la fecha esto no parece haber sucedido. A continuación se presentan tres oportunidades que México debe aprovechar a medida que el proceso de reforma continúa su rumbo, con el fin de ayudar a dirigir el país hacia un futuro energético sustentable y bajo en carbono. Si bien los detalles de la reforma energética en México son muy específicos a la situación particular del país, estos también son pasos necesarios para fomentar la energía renovable en otros países latinoamericanos.

1. Vincular la política energética directamente con los objetivos de mitigación del cambio climático.

En el 2012, la Ley General de Cambio Climático de México  estableció metas de reducción de emisiones de un 30 por ciento para el año 2020 y 50 por ciento para el año 2050. Estas metas son ambiciosas y alentadoras. Teniendo en cuenta que el 67,3 por ciento de las emisiones del país provienen de consumo de energía, incluyendo para el transporte, México debería haber incorporado explícitamente estos objetivos de reducción de emisiones en el proceso de reforma energética.

El paquete de leyes secundarias de la reforma energética que aprobó el Congreso mexicano hace unos meses fue una oportunidad para empezar a poner en marcha mecanismos para lograr una transición en el consumo de energía del país desde un estado de dependencia en los combustibles fósiles. Es importante destacar que esta transición debe incluir soluciones para el sector del transporte, el cual consume la mayor cantidad de recursos energéticos en México (un 48 por ciento del consumo total de energía del país en 2011). Sin embargo, las leyes secundarias de la reforma priorizaron el status quo, centrándose principalmente en la exploración y producción de combustibles fósiles.

2. Establecer una ruta clara para el desarrollo de las energías renovables.

Desde 2008, México tiene establecida la meta de producir un 35 por ciento de su electricidad a partir de fuentes de energía que no son combustibles fósiles para el año 2024. Para el año 2035 esta meta se incrementa a un 40 por ciento. Lo que hace falta ahora es una hoja de ruta clara que establezca cómo se incrementarán las energías renovables no convencionales* para lograr estos objetivos. En 2013, se generó el 18 por ciento del total de la electricidad a partir de fuentes renovables. Sin embargo, la mayor parte de esta energía provenía de las grandes centrales hidroeléctricas. Los recursos renovables no convencionales cómo la energía solar, la eólica, la biomasa y las pequeñas centrales hidroeléctricas representan sólo un 6 por ciento de la capacidad instalada.

En un país como México que dispone de un potencial abundante de energía solar, eólica y geotérmica, la reforma para permitir una mayor participación del sector privado en el sector energético era una oportunidad para dirigir nuevas e importantes inversiones hacia estas fuentes. Si se planifica debidamente el desarrollo de estos recursos, los mismos pueden alimentar el futuro crecimiento de México de manera  ambientalmente sostenible. Sin embargo, los grupos de la sociedad civil local señalan que desafortunadamente las leyes secundarias no presentaron un plan concreto y adecuado – con plazos y puntos de referencia definidos – para cumplir con los objetivos de energía limpia que ha asumido México. Esto fue una oportunidad desaprovechada para enviar un mensaje contundente a los posibles inversores en el sector de energía limpia en México. Si bien los legisladores incluyeron incentivos como créditos de energía limpia (CEC), todavía no queda claro qué implicarán estos créditos,  cómo se comercializarán y cuán eficaces serán en impulsar el sector de energía renovable no convencional.

3. Planificar y operar redes eléctricas para facilitar la conexión de las energías renovables a la red.

La reforma energética puso fin al monopolio sobre la generación eléctrica que tenía la Comisión Federal de Electricidad (CFE) al permitir que los clientes residenciales, industriales y comerciales generen su propia energía  y vendan el exceso de  vuelta a la red eléctrica. Esta descentralización de la producción de energía abre la puerta a una mayor generación de electricidad a partir de fuentes renovables distribuida a través de la red. Pero para permitir que esto ocurra se necesitan inversiones que optimicen la red  de transporte de electricidad.

Para facilitar la integración de las fuentes de energía renovable, es fundamental contar con infraestructura de transporte de electricidad bien planificada y gestionada. La reforma es una oportunidad para desarrollar una red que permita suministrar la futura demanda energética de México con fuentes de energía limpia – satisfaciendo tanto las necesidades energéticas del país como sus objetivos climáticos. Será necesario crear una red más inteligente mediante la incorporación de tecnología que optimice el aprovechamiento de recursos más pequeños y variables, permita cambiar entre fuentes renovables y convencionales según sea necesario y  gestione la demanda energética de manera eficiente. También será importante tener en cuenta los recursos renovables a la hora de planificar futuras ampliaciones de la red e identificar las áreas prioritarias para su conexión. Por el momento, no se sabe cómo se desarrollarán e implementarán los planes para la inversión y expansión de  la red eléctrica. También se desconoce el tratamiento que tendrá la energía limpia en comparación con los combustibles fósiles bajo los nuevos modelos de contrato para la producción de energía.

Afortunadamente, todavía hay una oportunidad para que la reforma ayude a impulsar a México hacía un futuro de energía limpia y ayude a cumplir con sus objetivos de reducción de emisiones. Los reglamentos sobre la participación de los productores de energías renovables se han finalizado según ha manifestado el presidente Peña Nieto, aunque los detalles no parecen estar aún disponibles. También se esperan leyes adicionales que deberían centrarse en temas de energía y medio ambiente. El  PAN ya ha lanzado su propuesta. Pero hasta que el gobierno presente su proyecto de ley "verde" y se den a conocer más detalles sobre las regulaciones, no sabremos realmente si la reforma energética ayudará a que México cumpla con sus metas de mitigación del cambio climático.

El presidente Peña Nieto tomó un paso ambicioso al promover la reforma energética; es fundamental que al abrir las puertas del sector a mayor inversión privada y extranjera no se desaproveche la oportunidad de dar un importante impulso a las energías renovables no convencionales.

Este blog fue escrito en conjunto con Sam Hoyle, pasante con el Proyecto de Latinoamérica de NRDC.

Publicado originalmente en inglés en éste enlace.

* Se utiliza el término “energía renovable no convencional” para referirse a la energía solar, eólica, mareomotriz, geotérmica y de biomasa.

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