La madre naturaleza, la presa de Oroville, y las lecciones para California

The state's recent dam crisis is an example of why infrastructure needs to work with nature, not against it.
Una vista aérea de la presa de Oroville y el lago Oroville, que señala el desagüe dañado derramando más de 2.800 metros cúbicos por segundo en el condado de Butte.
Credit: Dale Kolke/CDWR

La crisis reciente del estado demuestra la necesidad de trabajar con—en vez de contra—la naturaleza. 

Desde que el huracán Katrina rompió los diques de Nueva Orleans e inundó gran parte de la ciudad, los expertos han advertido del colapso del sistema de diques en la Bahía-Delta de San Francisco. La región tiene 1.770 kilómetros de estos terraplenes de protección, y muchos han afirmado que la pregunta no es si fracasarán, sino cuando.

Lo mismo se podría decir de muchos aspectos del sistema de agua de California, lo cual ha requerido de mucha ingeniería. Las miles de personas viviendo bajo la presa de Oroville están experimentado esa realidad ahora mismo. La gente agradece los intensos esfuerzos de las agencias estatales y locales de proteger la vida y la propiedad ubicada río abajo y de empezar a reparar el desagüe. La amenaza inmediata que causó las evacuaciones ha pasado, pero faltan muchos meses para que se pueda reparar el desagüe roto y que sus fallas estructurales reciban la atención que merecen.

Otra avería menos dramática y poco visible de la infraestructura hidráulica de California salió a la luz en diciembre: la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio (NASA) confirmó que el Acueducto de California (la arteria principal para suministrar agua desde el norte al sur del estado) se está hundiendo. Esta subsidencia en el Valle San Joaquín, causada por la extracción masiva de aguas subterráneas, disminuye la capacidad de transportar agua desde la Bahía-Delta de San Francisco. Tal nivel de extracción insostenible es un desastre que no solamente amenaza la infraestructura (como canales de agua), sino también contribuye a la desecación de miles de pozos de agua potable durante la sequía.

Estas amenazas graves a la infraestructura de California requieren reparaciones inmediatas, y, probablemente, caras.

La presa de Oroville y el Acueducto de California son los componentes esenciales del Proyecto Estatal de Agua, diseñado para transportar billones de metros cúbicos de agua anualmente desde el norte de California hacia el Valle San Joaquín y el sur de California, regiones que reciben menos precipitación. Si estas estructuras no funcionan, el Proyecto Estatal de Agua no puede continuar suministrando agua.

Pero hay una lección más profunda aquí que California necesita tomar en serio antes de invertir miles de millones de dólares en una nueva infraestructura hidráulica: es mejor (y mucho más rentable para los contribuyentes) trabajar con la naturaleza que trabajar contra ella. Si invertimos en la infraestructura natural, podemos reducir el riesgo de fracasar y los altos costos de mantener estas estructuras en el futuro. Por ejemplo: podemos recargar los acuíferos para expandir la capacidad actual de almacenamiento de agua; restaurar nuestras llanuras inundables para mejorar la protección contra las inundaciones; y capturar el agua lluvia cuando cae del cielo reducir la contaminación. Estas estrategias, por lo general, son más económicas, reportan múltiples beneficios, y no requieren tanto mantenimiento como construir nuevas presas y nuevos canales o túneles.

Un ejemplo alentador de la implementación de unas de esas estrategias ocurre en la cuenca del río del Rey, donde varias granjas están capturando el agua del río durante las inundaciones para reducir la extracción masiva de aguas subterráneas a un costo de $29 por mil metros cúbicos. De manera parecida, este año la agencia responsable por manejar el agua en el oeste del país (Bureau of Reclamation) está ayudando a proveer cientos de millones de metros cúbicos de agua asequible para recargar los acuíferos mientras los embalses alcanzan su plena capacidad. Compare eso al precio estimado por nuevas presas en California, que, para la propuesta presa de Temperance Flat, excede $1.200 por cada mil metros cúbicos de agua.

También hemos visto los beneficios de protección contra las inundaciones que la infraestructura natural provee en el Yolo Bypass. Durante este invierno lluvioso, esta planicie aluvial capturó flujos que, de otro modo, habrían inundado el Valle de Sacramento. Cuando el Yolo Bypass se inunda, crea un hábitat rico para las aves, los peces, y otra fauna. En California, y particularmente en el río San Joaquín, necesitamos más de esas planicies aluviales que puedan servir como válvulas de alivio, creando más espacio para nuestros ríos durante las inundaciones.

Por fin, tenemos que diseñar nuestras ciudades de modo que valúen y capturen la lluvia cuando llega, en vez de tratarla como una molestia que debe ser llevada al océano lo más rápido posible. Los techos verdes, pavimentos permeables y zanjas de hierbas al borde de carreteras mejoran la calidad de vida en nuestras ciudades y ayudan a capturar la tan valiosa agua dulce que la naturaleza nos suministra.

Trabajando con—en vez de contra—los sistemas naturales es rentable, reduce riesgos, y reporta múltiples beneficios públicos y para el medio ambiente. California ha alcanzado gran prosperidad con sus inversiones en presas grandes, una extensa red de canales, y grandes bombas para la desviación del agua. Estas inversiones requieren mantenimiento y preservación. Pero en el futuro, necesitamos examinar bien nuestras inversiones para minimizar los costos y riesgos que podamos incurrir tratando de domar la naturaleza en vez de colaborar con ella.

Related Blogs