Ella respira la contaminación y lucha contra ella en la Ciudad de los Vientos

Gina Ramirez de NRDC llama la atención sobre las olas de polvo de manganeso que afectan a su familia y sus vecinos en el lado sureste de Chicago.
Gina Ramirez frente a su casa en el sureste de Chicago
Credit: Rebecca Karamehmedovic

Hace cuatro años, Gina Ramirez notó unos montículos negros que parecían tierra u hollín no lejos de su casa en el lado sureste de Chicago. Algunos de los montículos alcanzaban varios pies de altura a lo largo de las orillas del río Calumet. Por entonces, Ramirez estaba embarazada de nueve meses y terminando una maestría en sociología en la Universidad Roosevelt de la ciudad.

Con un hijo en camino, se sintió preocupada sobre lo que podría estar al acecho en esos montículos que se cernían sobre el distrito 10 de Chicago, un área predominantemente latina y de obreros que albergó una de las industrias siderúrgicas más grandes del país hasta su declive en la década de 1970. Hoy, el área (anteriormente conocida como Irondale) es principalmente residencial, pero sus raíces industriales son obvias a lo largo del Calumet, con varias fábricas vacantes aún por limpiar y algunas instalaciones de carga a granel y vertederos de basura aún en funcionamiento. “Crecí viendo la desindustrialización de mi vecindario”, recuerda Ramirez, “y no quería que mi hijo creciera en un vertedero tóxico.”

Un gran montículo de coque de petróleo cerca en un barrio residencial en el sureste de Chicago
Credit: Charles Rex Arbogast/AP/REX/Shutterstock

Al escuchar las noticias y asistir a una reunión comunitaria organizada por el Grupo de Trabajo Ambiental del Sureste (Southeast Environmental Taskforce, por sus siglas en inglés), Ramirez se enteró de que esos montículos oscuros eran coque de petróleo, un producto de desecho del proceso de refinación de petróleo. También conocido como petcoke, este material cargado de carbono que se asemeja al carbón puede tener efectos peligrosos para la salud. A medida que el polvo flota de los montículos, se pueden inhalar pequeñas partículas y dañar los pulmones y el corazón.

El polvo de coque no era la única amenaza proveniente de las instalaciones industriales ubicadas al otro lado de la calle de la comunidad densamente poblada del sureste de Chicago. Ramirez también aprendió que el manganeso, un metal pesado utilizado en la fabricación de acero y otros procesos industriales, se almacenaba y manipulaba a lo largo de la misma franja ribereña. El metal es una neurotoxina y se sabe que tiene un impacto negativo en la función cerebral, afectando el coeficiente intelectual, la velocidad de procesamiento mental y la memoria funcional.

Ramirez ya estaba muy familiarizada con estos impactos. Es una mexicana-estadounidense de tercera generación, señala que su bisabuelo se mudó de Michoacán con la promesa de trabajar en la planta estadounidense de acero Steel South Works en Chicago. Su familia estaba orgullosa de su trabajo, al igual que el de su abuelo y su padre, que siguieron sus pasos; Ramirez dice que ayudaron a producir el acero utilizado para construir innumerables edificios en la ciudad. Pero también tuvo un costo. De niña, la madre de Ramirez, que tiene asma, encontraba hollín rojo en la parte superior del automóvil de su padre. Hoy Ramirez se preocupa por el efecto del manganeso en la salud de su hijo, Evan, que tiene autismo.

Ramirez con su esposo e hijo en su casa
Credit: Rebecca Karamehmedovic

Cuanto más Ramirez conocía sobre la contaminación en su vecindario, más decidida estaba a intervenir. En 2014 se conectó con varios grupos ambientalistas locales (incluida la Coalición del Sureste para Prohibir el Petcoke (Southeast Side Coalition to Ban Petcoke, por sus siglas en inglés), donde ahora es copresidenta), trabajando para concientizar sobre las amenazas que enfrentan los habitantes debido al petcoke y el manganeso. Al año siguiente, se unió a NRDC como asistente de programa. Como parte de su trabajo tanto en NRDC como con grupos locales, Ramirez va de puerta en puerta para reunirse con vecinos, algunos todavía trabajan en la industria manufacturera del área. Explica los riesgos para la salud que enfrentan y los alienta a asistir a reuniones con legisladores para presionar por leyes más estrictas contra los contaminantes en su comunidad.

“Este trabajo es importante para mí porque tiene un impacto directo en mi vida y en la vida de las personas que amo”, dice Ramirez.

Meleah Geertsma, abogada principal de NRDC, dice que el papel de Ramirez tanto como defensora del sureste de Chicago y como miembro del equipo de NRDC ha sido fundamental para avanzar en su lucha. Por ejemplo, su activismo en el terreno ayudó a llevar a los funcionarios de la ciudad de Chicago a exigir el monitoreo del aire de las compañías. También acordaron establecer un sistema de alerta de mensajes de texto para que los residentes puedan tomar las precauciones adecuadas en caso de un aviso de viento de petcoke. Y, aún más signficante, los montículos de petcoke ahora se han eliminado en gran medida como resultado de la defensa de la comunidad.

Estos avances son un testimonio de la tenacidad y la habilidad organizativa de los activistas del vecindario. Cuando los funcionarios de la ciudad y la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. (EPA, por sus siglas en inglés) tardaron en responder a sus esfuerzos, un grupo juvenil local conocido como los Rebel Bells viajó a Washington, DC para reunirse con el senador Dick Durbin de Illinois, una reunión organizada por Moms Clean Air Force. (Los Rebel Bells nacieron de la Coalición del Sureste para Prohibir el Petcoke y se centran principalmente en dar poder a las mujeres jóvenes del barrio para buscar justicia social y ambiental). Después de la reunión, Durbin envió cartas a S. H. Bell, una de las instalaciones que almacena el manganeso, así como a la EPA y otras agencias sobre el tema, lo que ayudó a impulsar la acción de la comunidad.

Ramirez también está en el panel de asesoramiento comunitario para un grupo llamado el Centro de Salud y Medio Ambiente de Chicago (CACHET, por sus siglas en inglés), una asociación de dos universidades de Chicago. CACHET es uno de los muchos centros académicos que trabaja en temas relacionados con exposiciones a manganeso a nivel comunitario. Mientras tanto, una de sus colegas de la Coalición del Sureste para Prohibir el Petcoke, una organizadora llamada Jade Mazon, recorre regularmente universidades y escuelas locales para hablar sobre el manganeso.

La reunión del senador Dick Durbin con Rebel Bells, un grupo juvenil para la juventud del lado este de la ciudad de Chicago
Credit: Cortesía de Mom Clean Air Force, Midwest

En cuanto a la asociación de NRDC con la comunidad, Geertsma señala que el conocimiento interno de Ramirez sobre el vecindario, las pequeñas comunidades dentro del vecindario y las opiniones multifacéticas de sus residentes es un gran recurso para el trabajo de defensa de la organización en el área. También comenta sobre el sentido agudo de su colega con respecto a soluciones y estrategias políticas para avanzar. Como residente de toda la vida del sureste de Chicago, “Gina es un recurso extraordinario de historia e información”, dice Geertsma. “Ella tiene una visión informada de las luchas que tienen los padres para que sus hijos no estén expuestos a la contaminación”.

Además de mejorar la comunicación cotidiana con los residentes preocupados, funcionarios de la ciudad de Chicago están haciendo esfuerzos más dedicados para frenar el manganeso en la Ciudad de los Vientos. En marzo, el ayuntamiento aprobó una ordenanza que prohíbe la apertura de nuevas instalaciones con manganeso y la expansión de las instalaciones existentes. Pero hay mucho más por hacer para combatir el problema, dice Ramirez. “La ordenanza todavía permite que los fabricantes existentes tengan manganeso, y queremos una prohibición total”. La ciudad también propuso recientemente actualizar sus regulaciones de polvo, inicialmente adoptadas durante el alboroto de petcoke, para abordar mejor el manganeso.

Debido en parte a los esfuerzos de sensibilización de la comunidad, los ciudadanos preocupados dentro y fuera de Chicago han tomado nota de las injusticias ambientales que han sufrido los residentes del sureste de la ciudad. Recientemente, un grupo de adolescentes de la escuela secundaria Neuqua Valley High School en Naperville, Illinois, un afluente suburbio de Chicago, sintonizó el tema después de ver un documental de Vice que destacó el petcoke. Conmovida por lo que vio, Daria Prawlocki, maestra de ciencias ambientales en la escuela, contactó a NRDC para ver cómo ella y sus alumnos podían ayudar.

Geertsma y Ramirez conocían el proyecto adecuado para ofrecerles.

En marzo, seis estudiantes de onceavo y doceavo de Neuqua, comenzaron a recolectar muestras de suelo tanto en el sureste de Chicago como en Naperville y a analizar las muestras utilizando el equipo proporcionado por Argonne National Lab. Los resultados preliminares muestran una concentración significativamente menor de manganeso en su barrio en comparación con lo que se encuentra en el vecindario de Ramirez, con altos niveles en el sureste de la ciudad confirmados recientemente por el Departamento de Salud Pública de Chicago. (Al menos una muestra provista por el consultor de la ciudad tenía más del doble del nivel de manganeso que usa la EPA para identificar áreas que necesitan una limpieza urgente según la ley federal Superfund).

Prawlocki y sus alumnos encontraron los resultados alarmantes. “Una cantidad significativa de manganeso se encuentra en los patios de estas personas. Esa es la punta del iceberg. El siguiente paso es averiguar quién limpiará estos patios”.

Prawlocki, que trabajó como ingeniera ambiental antes de convertirse en maestra, dice que la experiencia fue reveladora para sus alumnos. "Esta es una de mis partes favoritas de enseñar: la experiencia práctica del mundo real que obtienen los estudiantes. Les ayuda a darse cuenta de que pueden hacer un cambio”.

Si bien la comunidad ha logrado llevar sus preocupaciones ante la opinión pública y lograr que los legisladores se sienten y discutan soluciones, Geertsma señala que “el progreso modesto en el control del petcoke avanza muy lentamente”. Ahora, agrega, "estamos tratando de acelerar las cosas para promover soluciones más integrales de uso de la tierra”.

Tanto Geertsma como Ramirez reconocen que hay cierto grado de rechazo por parte de los residentes del distrito 10. Muchos argumentan que el vecindario fue fundado en empleos de fábrica y temen que pedir regulaciones ambientales podría ser perjudicial para la economía local.

El Parque de Bicicletas en Big Marsh, el primer parque de “recreación ecológica” de Chicago construido en la antigua planta de acero, Acme Steel
Credit: Steven Vance/Flickr

“Muchas de estas fabricás proporcionan algunos trabajos, pero no proporcionan tantos y no emplean a muchas personas en la comunidad”, dice Geertsma. Ella y Ramirez se centran en los recursos que la comunidad tiene en su conjunto. “Estos extrabajadores siderúrgicos tienen habilidades que se podrían aprovechar en otras áreas”, observa. Recientemente se abrió una fábrica de jabones Method en el sur de la ciudad, al igual que un centro de distribución de Whole Foods Market. Y este no es el único proyecto. Recientemente, el Parque de Bicicletas Calumet abrió en Big Marsh y según sus dirigentes es “el primer parque de recreación ecológica de Chicago”. Está construido en una franja de 278 acres que una vez fue el hogar de la fábrica de acero, Acme Steel. Si bien los trabajos que vienen con estos proyectos no pueden compensar por completo los que el área ha perdido, ofrecen esperanza para una comunidad decidida a comenzar de nuevo.


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