De vuelta a Nahuelbuta: 1 de 2

árboles Pewen (Araucaria araucana) en Piedra del Águila, Parque Nahuelbuta

Credit: James J. A. Blair

Esta publicación fue escrita por James J. A. Blair.
Traducción: Ynés M. Cabral

En honor al Día Internacional de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas (ONU), el antropólogo ambiental James J.A. Blair visitó de nuevo para revisar los esfuerzos que se han venido llevando a cabo para restaurar los bosques nativos y proteger los ecosistemas fluviales en las montañas Nahuelbuta, una parte integral del territorio indígena mapuche en lo que es ahora Chile. Esta es la primera de dos publicaciones basadas en investigaciones durante su reciente regreso a la región.

La ONU nombró el 2019 Año Internacional de las Lenguas Indígenas para celebrar los 7,000 idiomas que se hablan entre 370 millones de indígenas de 5,000 grupos diferentes en 90 países. Actualmente, 2.680 idiomas se consideran “en peligro”. No obstante, presentemente se realizan esfuerzos notables de revitalización del idioma, pues los idiomas indígenas brindan información etnobiológica única sobre cómo las experiencias del lugar pueden traducirse en acciones de cooperación para proteger el medio ambiente.

Regreso a Nahuelbuta

 

Recientemente pasé junio y julio realizando investigaciones de campo en todo Chile, y tuve la oportunidad de regresar al área de Nahuelbuta, territorio no cedido de los mapuche ubicado en las regiones de Bío Bío y Araucanía. El año pasado, proporcioné una visión general de los conflictos sobre la tierra, el territorio y los recursos en Nahuelbuta. La tala industrial, particularmente las siembras de pino y eucalipto, dominan el campo. Los enormes impactos ambientales de la industria comprenden: (1) destrucción de bosques nativos y antiguos; (2) especies de animales autóctonas amenazadas; y (3) escasez de agua y contaminación. Lo que también ha provocado más de un siglo de conflictos acalorados entre los defensores de la tierra mapuche y el gobierno chileno, que despliega constantemente fuerzas policiales carabineras “antiterroristas” para proteger las plantaciones. Esto ha llevado a abusos de los derechos humanos y a la detención cuestionable de presos políticos, como el ganador del Premio Ambiental Goldman 2019 Alberto Curamil.

No obstante, la cordillera costera de Nahuelbuta sigue siendo de suma importancia para el patrimonio biocultural: tanto para los mapuche como para los chilenos de ascendencia europea que valoran la región como su patrimonio y una parte vital de su medio ambiente. A través de la conservación basada en la comunidad, los residentes locales participan en un monitoreo participativo para garantizar la continuidad duradera del idioma, la cultura y la ecología indígena.

La resonancia del río: “¿Escuchas el aukin (eco)?”

El 5 de julio de 2019, Manuel Maribur, un líder mapuche indígena y de turismo comunitario del Valle Elicura de Nahuelbuta, demostró la profunda relación entre el idioma indígena Mapudungun y el medio ambiente local. Nos acompañó Viviana Mora de la Fundación Nahuelbuta en una visita al río Pichi Caramávida. Después de detenernos para monitorear una sección saludable y brillante del río, Manuel nos indicó que nos detuviéramos y escucháramos. Allí, Manuel dijo que podía escuchar un aukin, que se traduce literalmente como “eco”. En Mapudungun cada elemento de la naturaleza tiene un aukin diferente. Por ejemplo, el aukin particular del agua es aukinko porque ko es la palabra para agua. En Mapudungun, hay un dicho que se ha vuelto casi universal: “Ko ta Mongen” (“el agua es vida”). Escuchar este aukinko le dio a Manuel un sentido intangible de la “vida de la zona”. Explicó que el aukin estaba bien conservado en este lugar en particular, donde la industria aún no ha intervenido. Manuel señaló una pancarta en el camino que la marcaba como propiedad de una familia mapuche, una forma importante de demostrar que la familia recuperó la tierra de una empresa forestal.

 

Pancarta que muestra una propiedad mapuche

Credit: James J. A. Blair

Manuel utiliza un neologismo para referirse a sí mismo, como un “inperto” en lugar de un experto, porque heredó este conocimiento íntimo de su entorno dentro de su propia comunidad. A través del turismo indígena internacional, Manuel ahora busca transmitir a otros esta perspectiva interna sobre su cultura y el medio ambiente. Esto significa difundir la conciencia no solo los aspectos afirmativos del estilo de vida de su gente, sino también considerar lo que sucede cuando los seres vivos pierden su aukin y se “enferman”.

Este contraste se hizo evidente más tarde ese día.

Obstrucción de las arterias de la tierra

Al otro lado del mismo valle, Viviana nos guió a lo largo del río Caramávida, una fuente de agua para las comunidades de Antihuala, Temuco Chico y La Araucana. Allí, nos encontramos con un equipo de construcción, contratado por la industria maderera. Los contratistas destrozaban descaradamente la tierra y la arrojaban al río para construir un puente. Lo hacían sin consultar ni pedir permiso a los miembros de la comunidad. Podría decirse que actuaban en violación de las leyes nacionales e internacionales, tales como el Consentimiento Libre, Previo e Informado (CLPI), consagrado en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas. Manuel lo comparó con la obstrucción de las arterias de la tierra.

Indignados, Viviana, Manuel y yo comenzamos a documentar la destrucción con nuestros teléfonos y cámaras para presentarlos como evidencia a las autoridades vecinales y municipales. Un trabajador de la construcción fornido y enmascarado, luego identificado como el hijo del dueño de la plantación, se acercó y nos filmó en respuesta. Varios camiones grandes cercaron nuestro vehículo. Fue intimidante, pero estábamos seguros de que ellos eran los que actuaban ilegalmente, por lo que nos fuimos cortésmente y comenzamos a desarrollar un plan para involucrar a los miembros de la comunidad.

Manuel Maribur y Viviana Mora, Fundación Nahuelbuta, observan la intromisión ilegal en el río Caramávida

Credit: James J. A. Blair

Cuando se le notificó al consejo vecinal de Caramávida, este solicitó información para decidir cómo proceder en fundamentos legales, sociales y ambientales. Organizaron una reunión de información y un despliegue de fotos, donde examinaron el proceso de la remoción de tierra. Allí, los miembros de la comunidad que no fueron consultados estaban indignados por el daño y sus implicaciones en la calidad del agua de sus vecinos.

El 21 de julio, la asamblea del vecindario decidió prohibir tales actividades en Caramávida y votó para cancelar oficialmente la autorización de la empresa maderera para extraer tierras del lecho del río. Presentaron su decisión al dueño de la plantación, que no lo tomó muy bien. Se negó a detener la construcción y amenazó con tomar medidas legales contra la directiva. El consejo vecinal también envió su decisión al consejo municipal, donde está en consideración al momento de esta redacción. Según Viviana, sus vecinos se sienten empoderados por sus acciones, mientras esperan nuevos desarrollos.

Este conflicto mostró cómo al proteger los valores intangibles de la naturaleza, la preservación de su aukin, se requiere de valor y acción colectiva. Para obtener más lecciones de la cultura y el ambiente vibrante de Nahuelbuta, vea el segundo blog de esta serie.

Nota: Las menciones para mis explicaciones de “aukin” y “el agua es vida” provienen del folleto “Elikurache Kimün, Mongen Kimün: Guía Introductoria”, publicado por el Ministerio de Medio Ambiente de Chile en marzo de 2019.


James J. A. Blair es profesor asistente en el Departamento de Geografía y Antropología de la Universidad Politécnica del Estado de California, Pomona (Cal Poly Pomona). Dr. Blair fue defensor internacional para NRDC y continúa trabajando con el equipo para Latinoamérica de NRDC como consultor, centrándose en la gestión de cuencas hidrográficas y energías renovables en Chile.

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