Cómo proteger a tu comunidad de “trenes-bomba”

25 millones de estadounidenses residen a lo largo de rutas ferroviarias que transportan crudo -- ¿te encuentras entre ellos? Infórmate aquí sobre tus opciones y derechos.
Credit: Pgiam/iStock

Cuando uno evalúa las opciones al escoger una comunidad para vivir, hay un número de variables que siempre entran en juego: la calidad de las escuelas, estadísticas sobre la criminalidad, acceso peatonal y niveles de contaminación, por nombrar algunas. Pero lo que quizás no se le ocurra a uno es indagar sobre si hay (o si podría haber prontamente) una línea de transporte trasladando regularmente millones de galones de crudo, el cual es extremadamente volátil, por el mismo medio de la comunidad.

Ésa es la realidad que viven los 25 millones de estadounidenses que residen a menos de una milla de rutas ferroviarias de crudo, según datos del grupo ambiental Stand, una organización sin fines de lucro conocida anteriormente como Forest Ethics. Con el auge de la fractura hidráulica y la consecuente expansión de refinerías petroleras en Estados Unidos, surge un aumento en trenes petroleros con cargamentos de crudo, inflamable y explosivo, cruzando el país de un extremo a otro. Según datos proporcionados por la Asociación de Ferrovías Estadounidenses (AAR, por sus siglas en inglés), antes de que la reciente caída en el precio del petróleo detuviese la tendencia, el transporte de crudo vía ferrocarril había saltado de sólo 9,500 vagones en el 2008 a más de 400,000 en el 2014 – un cargamento total 42 veces más grande.

También ha ido en aumento el número de accidentes. Una investigación llevada a cabo por la revista Chicago en el 2016 sacó a la luz 17 descarrilamientos de trenes con carga de crudo en Norteamérica, cuya magnitud fue lo suficientemente grande para ameritar cobertura mediática durante el transcurso de los tres años previos al estudio. (Otro sinnúmero de accidentes menores acontecen sin atención de los medios.) Los vecinos de Mosier, en el estado de Oregón, son los más recientes en enterarse de las consecuencias que acarrea tal tipo de accidente. En junio del 2016 se descarriló un tren con un cargamento de 96 vagones de crudo proveniente de Dakota del Norte. El accidente produjo tanto un incendio masivo como un derrame de cientos de miles de galones de petróleo que fueron a dar al sistema de alcantarillados de la comunidad y a la Garganta del Río Columbia, un área ambientalmente delicada.

Descarrilamiento de tren cargado de crudo el 3 de junio de 2016 en Mosier, Oregón.
Credit: Petty Officer 1st Class Levi Read/U.S. Coast Guard

Aunque parezca increíble, los acontecimientos pudieron haber sido muchísimo más devastadores. El peor descarrilamiento en la historia moderna ocurrió en julio del 2013, cuando un tren petrolero desatendido rodó cuesta abajo y estalló en llamas, dejando 47 muertos y destruyendo el centro de la ciudad de Lac-Mégantic, en la provincia de Quebec, casi en su totalidad. Al menos ocho descarrilamientos más en tiempos recientes han estallado, incluyendo la explosión que desató una bola de fuego en Mount Carbon, Virgina Occidental, en el 2015, cuando un tren con 109 vagones de crudo se salió los rieles. Dada la frecuencia de dichos desastres, la gente ha comenzado a apodar a dichos trenes con el nombre de "trenes-bomba".

Ha habido cambios significativos en el transporte de petróleo – cambios que han redundado en el aumento de estos desastres. En otros tiempos, el crudo que se trasladaba por tren solía ser por “manifiesto” o lista de embarque, o sea, mediante trenes que contenían una variedad de cargamentos. Hoy en día, los cargamentos se pueden comprar en bloque, o sea, por trenes completos que llevan un solo cargamento. Con frecuencia, dicho cargamento único son 80 vagones o más de crudo, el cual es extremadamente volátil, proveniente de la formación Bakken en Dakota del Norte. Pese al incremento en volumen del método, la supervisión y normas que rigen el transporte de cargamentos peligrosos por vía férrea no se han puesto al día con la realidad, creando una situación de alto riesgo. El NRDC es uno de muchos grupos de defensa comunitaria que se oponen al traslado de crudo en trenes de cargamento en bloque, por lo menos hasta que existan normas más estrictas con respecto a la seguridad. “Hay que asegurarse de que el transporte de petróleo mediante trenes no amenace la seguridad de comunidades”, asevera Anthony Swift, director del programa Internacional del NRDC, quien se dedica al estudio de la extracción y distribución de petróleo en Estados Unidos y Canadá.

Desafortunadamente, bajo el reglamento federal actual, el transporte de crudo en trenes masivos que pueden extenderse hasta una milla de largo es completamente legal, pese al hecho de que dicha práctica representa un mayor riesgo de descarrilamiento y despide, en todo momento, altos niveles de tóxicos provenientes de las cisternas en uso. El Departamento de Transporte de EE. UU. se encuentra en proceso de actualizar sus directrices con respecto al transporte ferroviario de crudo, pero los bosquejos preliminares no han dado esperanza alguna de que el cambio sea significativo. La ciudadanía que reside a lo largo de la ruta vive mayormente en completa ignorancia del peligro que los asecha, y son muy pocas las comunidades que cuentan con el equipo y preparación adecuados para enfrentar un descarrilamiento de materiales volátiles. Pero esto no justifica una sensación de impotencia y desamparo por parte de la ciudadanía. Primero hay que informarse: averiguar si el pueblo en el que vive corre peligro. Segundo, hay que organizar la lucha.

Averigua si estás en riesgo

Si tu residencia queda cerca de ferrovías, lo más probable es que tu domicilio, escuela o lugar de empleo quede dentro de la zona de impacto de una ruta de crudo. El grupo de defensa ambientalista Stand mantiene un mapa interactivo con función de búsqueda en la página Blast-Zone.org), que muestra todas las rutas de crudo conocidas, así como las zonas de desalojo obligatorio según estipuladas por el gobierno, que consisten en un radio de media milla desde el punto cero de un descarrilamiento y un radio de una milla como zona de impacto en caso de incendio. No obstante, es importante entender que las áreas limítrofes a las “zonas de estallido” tampoco son completamente seguras cuando se trata de un desastre ferroviario. Según se establece en la página web, “El descarrilamiento y estallido de múltiples vagones de crudo provenientes de la formación Bakken pueden ocasionar daños en un área muchísimo más amplia que lo que se muestra en el presente mapa”.

Mantener a funcionarios municipales y estatales bien informados

Cuando hay una ruta de crudo ferroviaria que pasa a través de un pueblo, puede que no haya manera fácil de detener el transporte – por lo menos hasta el momento. Lo que sí se puede hacer es informar y educar a los funcionarios municipales y estatales, junto con el departamento de bomberos y demás personal de primeros auxilios, para que tengan conocimiento sobre los riesgos que afectan a la comunidad. Aún así, hay que entender que no hay mucho que se pueda hacer como preparación para el peor de los casos, según indica el director de comunicaciones de Stand, Eddie Scher: “Los mejores departamentos de bomberos municipales en Estados Unidos cuentan con el equipo necesario para combatir un incendio generado por un solo camión cisterna. Un camión cisterna contiene unos 10,000 galones, que es un mero tercio de lo que contiene un vagón cisterna, y cada tren puede remolcar hasta 100 vagones”.

No obstante, un departamento de bomberos al tanto de los riesgos puede, por lo menos, tomar decisiones informadas sobre el procedimiento en caso de emergencia. En años recientes, las ciudades de La Grosse, Wisconsin, y Orangeburg, Nueva York, entre otras, han llevado a cabo simulacros de descarrilamiento, con fondos federales, a fin de probar distintas operaciones de rescate, tales como los cierres de carreteras y el traslado de heridos a hospitales. Los gobiernos municipales y estatales también están en posición de exigir e implementar mejores condiciones de seguridad, mediante inspecciones rutinarias y el mantenimiento de ferrovías y puentes, muchos de los cuales con el tiempo se han ido derrumbando. En algunos estados, se le ha comenzado a exigir a las compañías ferroviales que transportan crudo que proporcionen sus propios planes de rescate de emergencia y los fondos necesarios para llevar dichos planes a cabo.

Los estados están además en posición de efectuar cambio a nivel federal. Tras el descarrilamiento ocurrido en Mosier en junio del 2016, alegando amenazas a la seguridad, el Departamento de Transportación del estado de Oregón pidió a la Administración Federal de Ferrovías que prohibiera el paso de trenes petroleros en todo el estado. Como ciudadano, pide a tus funcionarios públicos que hagan lo propio.

Realiza tus propios preparativos

Todo ciudadano que resida a lo largo de una ruta de transporte de crudo por ferrovía debe estar al tanto de la probabilidad de que ocurra un desastre, igual que lo hacen quienes viven cerca de una falla tectónica o una zona de inundaciones. Si bien dicho conocimiento no afecta tu decisión sobre dónde vivir, sí debe influir en la creación de un plan de acción en caso de desalojo inmediato. Planifica con tu familia a dónde irían en caso de emergencia y cómo se mantendrían en contacto; mantén listo y a la mano un kit de primeros auxilios y demás efectos útiles en caso de un desastre.

“Los equipos de rescate y primeros auxilios que verdaderamente comprenden la magnitud de este tipo de desastre saben que no hay mucho que uno pueda hacer en términos de preparativos”, asevera Scher. “Como dice un jefe de bomberos con quien trabajamos en Minnesota, ‘Deja las zapatillas de correr al lado de la cama—es la única precaución real que se puede tomar’”.

Únete a la lucha contra la expansión de las rutas

Desde el aumento repentino en la extracción de petróleo en el 2008, las compañías petroleras han estado tratando de encontrar a toda carrera nuevas formas de trasladar el producto desde el punto de extracción (Canadá, Dakota del Norte y Montana) hasta las refinerías a través del país. Dicha movida implica, como regla general, la construcción de más vías férreas y la solicitud de permisos para transportar materiales peligrosos en las vías existentes.

Y he ahí el punto clave donde tanto municipios como individuos tienen poder para efectuar un cambio. Si bien es cierto que el gobierno federal es el único con la potestad para regir las rutas ferroviarias, son los estados y ciudades quienes en última instancia aprueban la construcción de nueva infraestructura dentro de sus límites. Muchos de los proyectos de construcción ferroviaria están sujetos a revisiones ambientales por parte de los estados y a periodos de quejas y opiniones públicas, señala Swift. “Las ciudades situadas a lo largo de la ruta en cuestión tienen derecho a tomar parte en el proceso de revisión y en la toma de decisiones. Para empezar, vale la pena redactar una carta delineando el impacto negativo que la ruta o su expansión presentaría para la comunidad”.

Varias comunidades ya han logrado bloquear la proliferación de infraestructura pertinente a la industria petrolera: en Maryland en el 2015, funcionarios estatales denegaron una solicitudpara construir una nueva terminal para trenes de crudo en Baltimore; ese mismo año, el Departamento de Conservación Ambiental del Estado de Nueva York, en respuesta a gran oposición comunitaria, rescindió la aprobación de un plan para trasbordar petróleo desde trenes hasta barcazas en el Río Hudson. En lo que va del año 2016, se han contendido ferozmente propuestas para terminales en el Estado de Washington y California.

Earthjustice, una organización de derecho ambiental, mantiene al día una lista (con mapa interactivo) de comunidades en plena lucha contra los trenes-bomba. Según Swift, la mejor manera de hacer llegar el mensaje del pueblo al gobierno federal, que los riesgos de las operaciones son inaceptables, es concentrarse en la oposición a la proliferación de trenes-bomba. “Para que la situación mejore, lo primero que hay que hacer es impedir que empeore”.

A fin de crear conciencia en tu comunidad, considera organizar tu propio evento durante la semana del 6 de julio, que es la Semana de Acción contra los Trenes Petroleros, en conmemoración del aniversario del accidente fatal del 2013 en Lac-Mégantic. “Nos hemos involucrado en más de 100 eventos a nivel local a través del país: desde protestas en vías férreas a reuniones en masa y vigilias a la luz de velas”, comenta Scher. “Es el momento idóneo para organizarse y empezar un diálogo”.


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